La peor corrupción del PP no son los mil «puntuales» casos de corrupción, ni los continuos sobres recibidos y repartidos en su sede central por «desinteresados» contratistas. Es el conjunto de su política, orientada del modo más injusto y cruel, incluso en lo peor de la crisis, a recortar y empobrecer a los más pobres para favorecer a los más ricos, con el fin de que le ayuden a mantenerse en el poder; es decir, una auténtica mafia política. Ahora lo estamos comprobando cuando, para mantenerse en su tambaleante poder, el PP está comprando a la vista de todos el apoyo del País Vasco a los presupuestos estatales. En vano el comité de expertos pide que el País Vasco, la autonomía más rica, aporte a la solidaridad territorial. Y en el Parlamento solo se opone a ello, no ya Podemos, como esperarían la mayoría de sus aún ilusionados seguidores, sino su sección valenciana, Compromís; también Ciudadanos, que teme, como muchos españoles, que la retirada estratégica de los separatistas catalanes «se premie» por el PP permitiendo una aún mayor insolidaridad económica con el resto de España.