Recientemente se han celebrado oposiciones a cuerpos de música y artes escénicas en Andalucía. Como opositor que ha participado en esta convocatoria, voy a relatar lo que me ha sucedido y además quiero lanzar una reflexión sobre el sistema de oposiciones al cuerpo de profesor de música y artes escénicas.

En primer lugar y aunque suene a tópico y a queja recurrente, decir que al menos en lo que a mi respecta, puesto que no puedo hablar de otros, las valoraciones emitidas por el tribunal n°5 de piano en la provincia de Córdoba han sido profundamente injustas. Pedidas las pertinentes explicaciones al tribunal, este responde con contestaciones imprecisas y falaces. ¿Dónde radica el problema de todo esto? El problema está en que al tratarse de exámenes orales, no hay constancia por escrito de lo que ocurre durante el momento de la prueba, con lo cual se produce una situación de manifiesta indefensión por parte del opositor. En otras palabras, en lo que respecta a la valoración de lo realizado por el opositor, el tribunal siempre saldrá con ventaja, será la palabra de todos sus miembros contra la del opositor. Cuando esto ocurre y los argumentos expuestos por el tribunal para justificar la nota por ellos emitida, no se ajustan a la realidad, provoca una gran sentimiento de frustración e impotencia, al ver la gran injusticia que se ha cometido. En esos momentos, piensas en todo el esfuerzo realizado, repasas todos y cada uno de los detalles de tu prueba, te preguntas ¿y si hubiese dicho aquello, o lo otro?, ¿y si no hubiese dicho esto? Finalmente te das cuenta que has realizado una buena prueba y piensas, ¿para que seguir haciendo oposiciones?, si todo esto es un engaño. Una solución sería grabar las pruebas orales y con el instrumento, entonces sería muy difícil cometer este tipo de actuaciones tan injustas.

Otro hecho que me gustaría denunciar, es la dudosa cualificación de los miembros de los tribunales. Entiendo que debe ser dificultoso ser miembro de un tribunal y no le resto méritos, pero me parece que todos o al menos algunos de sus miembros deberían ser personas cualificadas, tanto en el ámbito de la docencia, como en el de la interpretación musical, personas con larga experiencia demostrada en cada uno de los dos campos, lo cual desgraciadamente y cada vez más , no suele ocurrir. Quiero también dejar una reflexión sobre el sistema de oposiciones al cuerpo de profesores de música y artes escénicas. ¿Por qué no se realizan pruebas que tengan más relación con la docencia y con la interpretación musical? Para realizar una clase de instrumento se necesitan básicamente tres elementos. El profesor, el alumno y el instrumento, por tanto en las oposiciones que se realizan actualmente, además de sobrar algunas pruebas que no aportan nada para estimar la calidad de un buen profesor de instrumento, falta por lo menos una prueba, la realización de una clase por parte del opositor a un alumno. Si tomamos como sustitutivo de una clase la prueba de exposición de unidad didáctica, estamos perdiendo uno de los elementos necesarios para la realización de una clase de piano, que es el alumno. El buen profesor de instrumento, además de ser por supuesto buen instrumentista, es aquel que reacciona ante lo tocado por el alumno, es decir el alumno transmite una información imprescindible para el profesor. Por tanto en la prueba de exposición de una unidad didáctica, estamos perdiendo algo básico en la realización de una clase de instrumento, que es la interacción del profesor con el alumno. ¿Para cuándo entonces una prueba dentro del sistema de oposiciones, que se base en la realización de una clase instrumental como se realiza en procesos de selección de profesorado en otros países? Pienso que hay cosas que como profesionales de la música no deberíamos permitir por más tiempo, estamos cayendo en un terreno puramente especulativo y teórico, no nos olvidemos de que una clase instrumental nunca ha sido ni será teoría, sino algo puramente práctico, basado en el ejemplo del profesor y en la comunicación de este con el alumno.

Otra cosa que es urgente cambiar es la baremación de los méritos. ¿Cómo puede valorarse más la asistencia a un curso, aunque sea como oyente, que la realización de conciertos? Con todas estas actuaciones lo único que conseguimos es que sea muy difícil que los mejores profesionales, formen parte de nuestros conservatorios, perpetuando así la mediocridad en la enseñanza de nuestros centros.