La incomodidad que hemos vivido los vecinos de algunas zonas de la ciudad durante la cruces, y que seguiremos viviendo en mayo, no hay que achacarla solo al turismo. Ni mucho menos. Somos nosotros, los cordobeses, jóvenes con botellón y mayores con discutible educación, los que abusamos de los bienes públicos convirtiendo algunas calles en ruidosos basureros por los que apenas se puede transitar. No es solo responsabilidad del Ayuntamiento, sino de todos.