A lo largo de la historia la mujer ha sido humillada, vejada, mancillada por el hombre y la sociedad. No se le ha considerado, ni tenido en cuenta. ¿Ha sido esta una actitud premeditada, algo así, como estar a la defensiva ante un ser superior a todas luces?. ¿O ha sido una lucha cainita del hombre respecto a la mujer, para no dejarles ganar terreno en ningún campo, en ninguna disciplina de la vida...? Considerándolas por tanto, nuestras adversarias, nuestras enemigas.

Creo que no me estoy pasando en el análisis que hago, porque están a la orden del día los comentarios machistas. «Pero donde vas así, ¿a clase o a una discoteca’». «Eres muy lista para ser tía». «Tú lo que tienes que hacer es buscarte un tio que tenga dinero». «Con tu hermano es distinto, es un chico». «¿Pero quién se va a querer casar contigo, si no sabes ni freír un huevo?». «Ah, ¿pero tú eres la jefa?». «¿Ahora no deberías centrarte en la familia en vez de en tu carrera?». «¿Tú crees que vas a poder trabajar y tener hijos a la vez?». «¿Ya estamos con el feminismo?»... Y así se podrían decir tantos como imaginación enferma y calenturienta tienen los hombres. La mujer, por naturaleza es más fuerte que el hombre. Es infinitamente superior, por su capacidad de resiliencia. Capaz de superarse y luchar hasta la extenuación. Son tantas sus gestas como su capacidad de gestar. Son tantas sus aptitudes como múltiples sus genios, tiene la enorme versatilidad y actitud ante la vida para tener y criar un hijo y el arrojo para sacar adelante a toda una familia. Desde siempre ha tenido que luchar duro, reinventarse para sobrevivir, reivindicarse para tener un sitio. Y para que cese la violencia machista en todas sus formas y expresiones: sexual, social, cultural, política y económica.