He leído en su periódico el artículo titulado Boulevard 11, del señor Francisco García-Calabrés, y me ha hecho pensar en esos «misterios cotidianos» de la calle, tan cercanos, con los que convivimos a diario, a veces durante años, sin saber en realidad nada de ellos. Con una gran delicadeza describe la «residencia» de esas personas que están permanentemente viviendo y durmiendo en el bulevar del Gran Capitán, y que durante el día dejan allí sus colchones, unos carros con sus pertenencias, y a las que vemos pasar el día entero en los bancos, acercándose a la fuente... Efectivamente, no sabemos por qué están ahí, suponemos que se les habrá ofrecido ayuda, pero continúan viviendo a la vista de los transeúntes, creo que sin incidentes, pero de una manera que resulta extraña en nuestro mundo tan avanzado. También me pregunto por otras personas, por los chicos que venden pañuelos en los semáforos, si alguien los organiza o espontáneamente hacen todos lo mismo... Son misterios de la ciudad, asuntos sin aclarar que a veces preocupan y entristecen. Y que luego se olvidan.