Nos dicen que lo de Cifuentes y otros pocos no es tan importante, que responde a unos arranques de vanidad de políticos que han querido avalarse con mejores titulaciones académicas en sus currículos. Nos dicen que peor es robar. Y yo añado que peor es matar, pero con eso no me consuelan de mi decepción. ¿Es que ya nada va a ser cierto? ¿Es que la deshonestidad y la mentira tienen que llegar hasta el último detalle de la vida pública?