En la página web de la Asociación Europea de Ganaderos de Toros de Lidia tienen una siniestra relación de matadores fallecidos a consecuencia de lesiones y cornadas producidas por el toro. El primero es José Cándido Expósito (1734-71), el último José Eslava Cáceres Pepe Cáceres (1935-87) con el número 55. Al final dicen: «Igualmente rendimos un sentido homenaje a aquellos matadores, novilleros, picadores, banderilleros, ayudas, rejoneadores y personal de plaza no mencionados en esta lista y que contribuyeron con su vida a la grandeza y sentimiento de la Fiesta Brava». Se habrán cansado de añadir a este Hall of Fame más muertos o que ya otros medios hacen de voceros, causando estupor no solo entre los aficionados taurinos, sino entre la mayoría de la sociedad que no puede entender que en pleno siglo XXI sigan ocurriendo muertes absurdas en espectáculos públicos con el argumento de que morir en la plaza es para mayor gloria de la Tauromaquia.

Con el asunto del año Manolete, la prensa no hace más que publicar loas a los toreros y a su llamado arte de Cúchares. Que si Manolete hizo una película pero no actuó, que si la silla o el pastel llevan su nombre, que si unas zapatillas, que si unas gafas. Pero todo esto está muy bien, que se le dé al César lo que es del César. Sin embargo, hay una entrada que dice: «Un estudio revela que el toro de lidia no sufre en la plaza», avalado por el pseudoestudio del Dr. Veterinario Juan Carlos Illera y su colaborador Fernando Gil-Herrera de la UCM. Llegando a conclusiones erróneas sobre la liberación de las beta endorfinas y vendiendo la burra a los ignorantes de que el toro de lidia es un «superanimal» que se ha seleccionado en dos siglos para resistir el dolor y el sufrimiento al que es sometido durante la lidia.

Si esto es así han dado con la clave para que nunca más suframos los humanos en nuestras constantes lesiones físicas y psíquicas. Lo que no entiendo es que no se les haya reconocido internacionalmente y propuesto para el Nobel de Química-Física y Medicina, o hayan producido un cóctel de beta endorfinas para ser inoculadas vía intra cerebral a los toreros y así no sufran cuando son cogidos por el toro.