Hace pocos días, pude ver en televisión un emotivo reportaje sobre los tremendos y reiterativos bombardeos a los que fue sometido el pueblo vizcaíno de Guernica durante la Guerra Civil española, en cuyo drama se inspiró Pablo Picasso para pintar su famosísimo lienzo, actualmente expuesto en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid. Siguiendo el mismo criterio del ministro de Educación y Cultura que obliga el traslado de los 44 bienes del Monasterio de Sijena, ahora en el Museo de Lleida, a su lugar de origen, lo lógico y honesto sería que el cuadro del Guernica se devolviera a su pueblo, Guernica, para exponerlo allí permanentemente en beneficio y compensación a sus ciudadanos que tanto sufrieron.