Aprovechando las manifestaciones que se realizaron en algunas ciudades de España para pedir la prisión permanente revisable, el señor Rajoy nos volvió a sorprender al pedir que los políticos escuchen a la gente. Esto que en cualquier otro político podría considerarse un gesto de empatía hacia la ciudadanía, en este caso se convierte en un ejercicio de cinismo insuperable. El PP con sus gobernantes a la cabeza, llevan toda su historia desoyendo los clamores de la gente. Desde el «No a la Guerra» y sus mentiras sobre el 11-M, pasando por las preferentes, el 15-M, el Prestige, las mareas blancas y verdes y otras muchas luchas que quedaron en el olvido, hasta la más reciente lucha de los pensionistas y del feminismo en el 8-M. Si algo tienen todas en común, es la manera de actuar del Ejecutivo con Rajoy a la cabeza: ningunearlas, negarlas, ridiculizarlas...

El señor Rajoy y sus ministros y su partido, al que recientemente se ha unido Ciudadanos en un alarde de donde dije digo, digo Diego, o de: estos son mis principios pero si no te gustan tengo otros, ahora piden que las personas que piden el endurecimiento de las penas de cárcel sean oídas. Ellos, que tanto denuncian a otros partidos como demagogos y populistas, se están aprovechando --como ya hicieron con las víctimas de ETA-- del dolor de unas familias destrozadas para buscarse unos votos. Esto si que es demagogia. Y poca verguenza.