No nos dio tiempo a homenajearlo como deseaba el Aula del Vino. Emilio Álvarez se fue, ahora hace un año, y su agasajo quedó pendiente. Él lo sabe.

Era un tabernero impar. Su taberna, La Fuenseca, fue y es un centro de arte: sala de exposiciones, centro cultural flamenco, aula de poesía... Todas las iniciativas eran bienvenidas. Su nieto Jesús, buen discípulo, sigue manteniendo la Taberna del Arte, como él la llamaba...

Emilio fue tabernero aficionado, no tabernero empresario. Sin necesidades pecuniarias, creo que abría para estar con sus amigos, para hablar con todos los que lo visitábamos. Buen tertuliano, conversador ágil, ameno, profundo, elegante, cargado de anécdotas y de recuerdos. Una de esas personas que te hacen olvidar el reloj, que el tiempo corre.

Desde hace años el Aula del Vino ha venido nombrando taberneros de honor de Córdoba. Los últimos han sido los actores de la serie Amar es para siempre, taberna El Asturiano, con sus ofertas de croquetas John Wayne y callos (que estos callos no son mejores que los que guisa Encarni Pérez Fuente en Casa Luis). Manolita, Pelayo, Marcelino, acto público y solemne en el Salón de los Mosaicos. Tras más de diez años de emisión es, sin duda, la taberna más conocida en el mundo. La serie se emite a diario en más de veinte países.

Quedó pendiente el homenaje a Emilio. Tabernero de honor... Pensamos que Emilio merece otro tratamiento y hemos decidido nombrarle Tabernero Señor, nadie mejor que él para recibir este título, que hay señores taberneros y taberneros señores.

Luego iremos a la Fuenseca, a brindar por él.