Pasan los años y, lamentablemente, mi barrio de La Corredera sigue estancado en la misma rutina diaria sin ningún tipo de desarrollo económico y modernidad que le permita salir del letargo en el que se encuentra desde hace varias décadas.

¡Cuánto echamos de menos los vecinos el tradicional mercado de los sábados, donde nuestra querida plaza se ponía de bote en bote y había una inmejorable calidad de vida! Nos visitaba toda Córdoba, incluso parte de Andalucía y España, dejando una fenomenal riqueza, actividad económica e industria, que es lo que realmente necesitamos. Los clásicos bares El mesón, La Parra y mi querido Bar Azul (propiedad de mis abuelos) estaban continuamente llenos. Se respiraba un ambiente muy agradable. La Parra lleva años incomprensiblemente cerrada y abandonada. Nadie en esta tierra tiene agallas de «meterle mano», como tantos y tantos locales abandonados y dejados «en la mano de Dios», al igual que la tienda de bicicletas que había hasta hace poco en la plaza de Almagra. Solo adornados con las pintadas absurdas de los grafitis que hacen feo y horrible el tránsito.

La cesión de la casa de Doña Jacinta por parte del Ayuntamiento a la Universidad de Córdoba es una magnífica noticia. No solo para el barrio, sino también para la vida formativa cordobesa. Ruego que se ponga en marcha este interesante y extraordinario proyecto, dotando y adecuando al edificio, por supuesto, para el tránsito de personas con movilidad reducida.

Por último, hacer mención a nuestra amada Hermandad del Socorro, para que de una para siempre salga de la crisis en la que está sumergida desde hace varios años y vuelva a resurgir en todo su esplendor. Dicha hermandad es un símbolo muy especial e imprescindible en nuestro barrio.