En España, si te decides a emprender, vendes tu vida al diablo, (Gobierno, como se llama aquí), y lamentablemente muchos la vendimos.

Parece que somos los malos, cuando la mayoría, lo que hacemos es subsistir. Un día cualquiera es interminable, los descansos imposibles, las vacaciones impensables y enfermar, un lujo que no nos podemos permitir. Dormir, poco y mal, pensando si mañana venderé para pagar, la mayoría, por desgracia, impuestos y permisos hasta por respirar. El mes que te salen las cuentas, guarda, que te hará falta. (La temporalidad cada vez es mayor y los meses malos se alargan).

¿Conciliación familiar? La familia, el que no la tiene lejos, la ve poco o dormida. En mi caso, mi hija nació un viernes a las 5 de la tarde y el sábado a las 7 de la mañana me despedí de ella y mi mujer para irme a trabajar, porque día que no trabajo, día que no ingreso. ¿Impensable a día de hoy lo expuesto anteriormente? Sí, pero habitual para cualquier autónomo.

Últimamente veo como se promueven mejoras para todos, menos para los autónomos. A nosotros, nos suben las cuotas. Definitivamente el día que emprendimos pasamos a ser ciudadanos sin derechos, pero llenos de obligaciones. No somos emprendedores, somos los nuevos esclavos, exprimidos para pagar la fiesta de muchos y a la que nunca estamos invitados.

Cada día hay más locales vacíos, todos lo vemos, y no es extraño, nadie quiere ser emprendedor, (mis hijas no lo serán). Impensable en cualquier otro país, pero en España, no te dejan, te ahogan hasta decir no puedo más y entonces lo dejas.

Es duro y pierdes mucha inversión, pero al menos, recuperas tu vida.

Mi historia podría ser la de cualquier autónomo de este país. País que maltrata, etiqueta y exprime al emprendedor.