Hoy más que nunca es necesario encontrar almas grandes con capacidad de perdón en su interior y bondad en sus corazones, una dimensión que nos reconcilie con el prójimo y nos acerque a la misericordia y a la compasión en nuestra sociedad, tan dada al rencor y a la venganza. De manera veloz viene a mi mente el gran encuentro de oración por la reconciliación nacional en el Parque las Malocas en Villavicencia con motivo del viaje que realizó el Papa Francisco a Colombia del 6 al 12 de septiembre del 2017. El acto de reconciliación contó con la asistencia de más de 6.000 personas y los mensajes de cuatro testimonios ante el Papa fueron de lo más sorprendente. Estos testigos contaron sus historias de dolor y una llamada a la reconciliación desde el perdón.

De todos los testimonios, el más sobresaliente fue el de Pastora Mira, mujer colombiana a la que la violencia golpeó su casa de manera brutal. Portando una cruz en su pecho, contó de una manera serena su sufrimiento y su deseo de reconciliación y perdón: su padre fue asesinado por la guerrilla cuando era joven. Mataron luego a su marido. Después secuestraron a su hija y encontró, después de 7 años, su cadáver. Después, la guerrilla asesinó a su hijo y lo sometió a grandes torturas. Sin embargo, en vez de caminar por la venganza, ejerció siempre el camino del perdón con los asesinos de su familia. Las palabras conmovedoras e impresionantes no se hicieron esperar en su discurso hacia ella: «Pastora Mira, tú has dicho muy bien. Quieres poner todo tu dolor, y el de miles de víctimas, a los pies de Jesús Crucificado, para se una al de Él y así sea transformado en bendición y capacidad de perdón para romper el ciclo de violencia que ha imperado en Colombia». Necesitamos hacer una apuesta decidida por el perdón y la reconciliación como caminos auténticos de una sociedad cada vez más justa y reconciliada.