Hace unos días varias temporeras marroquíes han denunciado una situación de abusos sexuales y explotación en la campaña de la fresa de Huelva. Una realidad que parece ser se viene dando desde hace tiempo en dicha campaña agrícola y que pone al descubierto unas prácticas de ciertos empresarios y encargados de la fresa, que con total impunidad han actuado hasta hoy. Todo esto sucede en un contexto en el que miles de trabajadoras pobres de un país vecino vienen a trabajar en una temporada agrícola para poder hacer una aportación económica suficiente en hogares precarios y en un país más pobre y con mayor precariedad que el nuestro. En sectores agrícolas de enorme importancia como la fresa, aceituna, naranja o el ajo, donde hay grandes beneficos empresariales y millonarias subvenciones europeas a grandes explotaciones, no es la primera vez que se denuncian prácticas de explotación y abusos patronales, pero además en esta ocasión se dan también abusos sexuales aprovechando una relación de poder y ante la vulnerabilidad de estas trabajadoras, que no conocen el idioma y por la necesidad material. Hasta se podría hablar de esclavitud moderna.

No cabe otra que una denuncia y respuesta contundente de toda la sociedad, de las instituciones, muchas veces calladas y solo pendientes de defender los productos y a los productores de sus provincias.

No olvidemos que estos abusos no son casuales y se dan ante la situación estas personas, por tres razones: ser pobres, inmigrantes y mujeres.