El circo catalán de 1934 y el de ahora de 2017 tienen en común los barcos cárceles instalados en el puerto de Barcelona. La gran diferencia está en que en 1934 la República, como tiene que ser, metió en los barcos cárceles a los separatistas sediciosos; mientras que ahora, este régimen de partidos que padecemos, como no tiene que ser, ha metido en los barcos cárceles a nuestra Policía y a nuestra Guardia Civil. Menuda diferencia.¡Por sus obras los conoceréis! Vamos derechos al precipicio, sin frenos y cuesta abajo.