La tendencia de hacer sinónimas una demarcación territorial (Departamento tercero) y la entidad de población (Monte Alto) que se extiende por la mayor parte de aquella, ha llevado a que actualmente ambos conceptos se usen indistintamente; aún cuando no sea correcto.

El Departamento tercero, que en los primeros momentos de la colonización era más extenso que en la actualidad, pues integraba también parte del Octavo, ha albergado durante sus dos siglos y medio de existencia otras entidades de población que han acabado siendo absorbidas por Monte Alto, ya que fue la que mostró mayor crecimiento.

Ahora bien, llegados a este punto, ¿por qué Monte Alto se denomina de este modo? No deja de parecer curioso para quien se interroga sobre este particular el que este núcleo diseminado se extienda por un territorio bastante llano, especialmente si trata de localizar algún monte elevado que pudiera ser el origen del topónimo. Accidente geográfico que, por más que busque, no encontrará.

La hipótesis de que su nombre derive de estar emplazado a mayor altura que el propio núcleo principal del municipio, desde el cual se vería como un "monte alto", se nos antoja poco probable. El motivo es sencillo, el territorio que se puede visualizar desde La Carlota se conoció en un primer momento como El Cirolar; y éste sólo sería asociado a Monte Alto muy avanzado ya el siglo XIX.

Todo apunta a que el topónimo que aquí nos ocupa surgió como un modo de denominar una porción concreta del Monte de los Bermejos, una extensa propiedad de casi dos mil fanegas que pertenecía a Santaella y que se incorporó al término de La Carlota durante su creación. De este modo, pensamos que se hacía referencia al monte alto de los Bermejos , que acabó siendo abreviado sólo como Monte Alto. Se trató de un territorio en el que apenas unas pocas fanegas estaban en explotación, permaneciendo el resto cubierto de un abundante encinar (monte alto) y no faltando tampoco algunas zonas de arbustos, matas e hierbas (monte bajo).

Ciertamente, a día de hoy poco queda de aquello. Los desmontes, que se prolongaron hasta los años setenta del pasado siglo XX, han hecho que sólo perduren, dispersas por el territorio, una mínima representación de aquella masa de encinas; las cuales siguen desapareciendo poco a poco por enfermedades o por el laboreo intensivo cerca de su tronco, entre otros motivos. Circunstancia que, si se suma a que, hasta la fecha, no ha existido ninguna iniciativa vecinal o institucional para promover la plantación de nuevos árboles, nos lleva a considerar que en pocas décadas todo testimonio de aquel monte alto habrá desaparecido por completo, haciendo más difícil aún de entender el origen del nombre de esta entidad.