Cada vez hay más personas conscientes de que el FÚTBOL FEMENINO es una gran oportunidad para demostrar la valía de las mujeres. Prueba de ello es el crecimiento que ha experimentado la selección española con su presencia en competiciones internacionales o, en el caso concreto de la provincia de Córdoba, la presencia de tres equipos de la provincia en la Segunda Nacional --El Naranjo, La Rambla y el Pozoalbense--. Pero este verano se ha dado un salto más allá, con un proyecto que integra deporte y formación.

El CD Piconeras se hizo realidad el pasado septiembre para fomentar el balompié entre las más jóvenes. Aunque ya estaba planteado antes. En concreto, en un proyecto de final de máster sobre gestión en la entidad deportiva de la Real Federación Andaluza de Fútbol (RFAF). Su autor es José María Matías Caballero, un árbitro de fútbol que ha puesto en práctica su proyecto ya que «consideré una gran ocasión para ofrecerle a las niñas una oportunidad para tener un primer contacto con el balompié; de hecho a mi esposa --presidente del club-- le ha gustado el fútbol desde pequeña pero no tuvo esa oportunidad», insistió José María Matías, vicepresidente de una entidad cuya máxima responsable es Rafaela León Plaza. De este modo, «todo queda en familia», insiste orgulloso Matías.

El pasado mes de septiembre se presentaron en la sede cordobesa de la RFAF y de momento, cuentan con 12 niñas que entrenan cada tarde de lunes y miércoles en el anexo del IMD Fontanar. «De momento no participamos en competiciones debido a que llevamos poco tiempo y aún no tenemos suficientes medios, pero tenemos mucha tranquilidad pues pensamos, principalmente, en el futuro de nuestras jugadoras», subraya el vicepresidente del club granate. Pero, «por supuesto que tenemos pensado jugar partidos oficiales siempre en función del crecimiento de nuestro club y la cantidad de futbolistas».

Otra seña de identidad de este club es crear una vinculación entre equipo y jugadoras más allá del deporte en sí. «Nosotros en cada entrenamiento, cada día queremos crear un entorno agradable para nuestras jugadoras, un sentimiento de pertenencia a nuestro club». Ahora son solo 12, pero cada día «estamos recibiendo muchas solicitudes de jugadoras sobre todo mayores», recuerda Matías, cuya ilusión se ha incrementado ya que «nuestras jugadoras están contentas con los entrenamientos que les ofrecemos; al fin y al cabo, lo más importante es que ellas estén contentas».

Aunque para conseguir este éxito, los comienzos nunca son fáciles y un proyecto de esta índole requiere mucho trabajo, dedicación y sobre todo, paciencia. «Son proyectos sin ánimo de lucro que al final te cuestan el dinero pues hay que dotarlo de muchos recursos, pero todo ese sacrificio se compensa viendo a las niñas hacer deporte y que lo hagan con la mejor de las sonrisas», sentencia el colegiado José María Matías.

Una nueva semilla femenina se ha sembrado en una ciudad que apuesta firmemente por del balompié de base, pero esta vez para que el fútbol femenino crezca desde sus cimientos.