En Kafer Chouba los niños saben que antes de cruzar hay que mirar a izquierda y derecha. También conocen las señales de tráfico y lo que es una rotonda aunque sus padres las encaren por la izquierda como Sébastien Ogier y sin cinturón. La última vez que las tropas cordobesas pasaron por Líbano, hace apenas año y medio, había los mismos fallecidos en accidentes de tráfico que en España con una población censada de poco más de seis millones de habitantes. Uno de los problemas que padecen y tratan de evitar en Naciones Unidas.

Este pequeño pueblo de mayoría suní, limítrofe con Israel y los Altos del Golán, recuerda a los de la Subbética de los 70. El frío es igual de seco y el calor tan agotador como los días de misión en la Brilib. 24 horas, 7 días a la semana a piñón fijo.

Las cuestas hasta el merendero del pueblo terminan en un parque vial inspirado en el que hay en el paseo de La Victoria. En mayo del 2015 era un solar con una caseta. Ahora los niños aprenden educación vial gracias al trabajo de Unifil y los créditos de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y la embajada española.

Cuando mañana de madrugada estén ya juntos en Marjayún los 450 militares procedentes de la Brigada Guzmán el Bueno X de Cerro Muriano, un 6,5% mujeres, a punto de tomar las riendas de la Brigada Líbano XXVI, les aguardará no solo una misión de seguridad e interposición entre Líbano e Israel, entre Israel y las milicias de Hezbulá, entre enemigos irreconciliables, los menos, y millones de libaneses e israelís con ansias de vivir en paz, sino horas y horas de trabajo para dar visibilidad a una de las principales misiones internacionales que España protagoniza en el exterior.

Luego allí, en el meollo de Oriente Medio, la familia se dividirá seis meses en dos grupos de trabajo esenciales para cumplir las resoluciones de la ONU. Por un lado, estarán los que sentarán plaza en los puntos calientes de las posiciones junto al Wazzani, pegados al fatídico Ghajar, donde el cabo Soria perdió la vida en la anterior misión. O junto al valle de Metula en la 9-64, donde una torre de las IDF israelís controla a los españoles como si estuvieran en un plató de Gran Hermano, a tiro de piedra. Y volverán a ver al fondo el mirador de El Adeisse pasando por la rotonda de Farruquito, a pocos minutos de la 4-28.

Por otro lado, la misión se sostiene en los proyectos Cívico Militares (CIMIC) de impacto rápido. Es cierto que los soldados de la Guzmán el Bueno se quitan parte de su tiempo libre dando clases de español en el Programa Cervantes, o colaboran en tareas de veterinaria, en colaboración con la Universidad de Córdoba, sin embargo, estos QIPs (en sus siglas inglesas) ocupan unas tareas esenciales para dar visibilidad a la misión y ganarse la confianza y el respeto de la población libanesa.

Cuando se produzca la transferencia de autoridad y los paracaidistas españoles regresen a casa «con el deber cumplido», habrá en ejecución media docena de estos proyectos, iniciados entre junio y octubre, y planeados otros tres este mismo mes de noviembre. Las inauguraciones correrán de parte cordobesa. La primera, muy pronto, un puente de hierro en Chebba. Por fin podrán hacer rutas de senderismo por la zona, casi pegados a la frontera siria.

Chebba es un pueblo de apenas 10.000 habitantes, junto a las colinas del Golán conquistadas por Israel a Siria. Cada noche es un festín de estruendos que llegan hasta la base Miguel de Cervantes de Marjayún. Las escaramuzas son habituales. Hezbulá está pero no se ve. Los proyectiles de Israel se intuyen y se escuchan en toda la zona.

La rehabilitación del puente de Chebba es uno de los quince proyectos en total. Cinco en Marjayún, y otros en Houla, Blate, Ebel es Saqui, Kafer Kela... AECI y la embajada sufragarán en torno a los 200.000 euros que costarán estos proyectos con fondos españoles. Desde equipamientos para escuelas, salas de rayos X en centros médicos, pasando por la instalación de farolas, fuentes y bombas de agua potable, cubos de basura y hasta ascensores para los niños en Suq al Khan.

Buena prueba del frenético ritmo con el que trabajan las tropas españolas en la zona de operaciones es que, sin ir más lejos, el pasado mes de octubre, a pocas semanas del regreso de la Brigada Paracaidista Almogávares VI, se planeaban hasta siete de estos proyectos en Houla, Kafer Kela, Marjayún o Ebel es Saqi.

Cuentan que un día en Ebel es Saqi apareció una serpiente junto a un ataúd poco antes de un funeral (desconocía en mayo del 2015 y ahora también el rito y sigue sin venir al caso) y que presos del pánico no tuvieron otra cosa que llamar a las tropas de Unifil en Marjayún. Al lugar acudió un veterinario y cuál fue la sorpresa cuando encontró debajo de un coche dos huevos fritos y una servilleta enrollada. “Es que a las serpientes les gustan los huevos”, sostuvo el lugareño. “Pues más les gusta a los soldados de Naciones Unidas, que los tienen prohibidos”, me confesó aquella tarde el mismo protagonista de la historia, a punto de volver a casa con el resto de la primera rotación de aquella Brigada Líbano XXII. El profesor Librado Carrasco volverá a Líbano. Muchos de los que estuvieron allí (Antonio, Paco...), también. A muchos otros, en Córdoba, les gustaría regresar. Y, sobre todo, traerlos a todos de vuelta para la Feria.