La base de Cerro Muriano acogió ayer por la mañana un emotivo acto castrense, en el que la Brigada de Infantería Mecanizada Guzmán el Bueno (Brimz X) despidió con honores al cabo Soria, a quien se le impuso la cruz al mérito militar con distintivo rojo. La esposa, a punto de dar a luz, y sus padres, destrozados, estuvieron arropados por numerosos familiares y amigos que se habían desplazado hasta Córdoba. A más de un soldado se le escapó una lágrima y solo las salvas de fusilería rompieron el silencio de la gélida mañana.

El acto estuvo presidido por el ministro de Defensa, Pedro Morenés, y el jefe del Cuarto Militar, el contraalmirante Juan Ruiz Casas, en representación de Felipe VI. También asistieron el jefe del Estado Mayor de la Defensa, el almirante general Fernando García Sánchez, y el jefe del Estado Mayor del Ejército, el general del Ejército Jaime Domínguez Buj. Entre las autoridades civiles estuvieron presentes el vicepresidente andaluz, Manuel Jiménez Barrios y el consejero de Justicia, Emilio de Llera; la delegada del Gobierno andaluz, Carmen Crespo y los alcaldes de Córdoba y Málaga.

El hangar de la base, habilitado para la ocasión como patio de armas, acogió la emotiva ceremonia, en la que el féretro fue portado a hombros por los compañeros del fallecido a ritmo de una marcha fúnebre. El ministro de Defensa le impuso la cruz del mérito militar con distintivo rojo bajo los acordes del himno nacional. El coronel jefe del regimiento Córdoba 10, Rafael Colomer, al que pertenecía el cabo Soria, pronunció un breve discurso en el que destacó "la gran capacidad de trabajo, la competencia, la sencillez, la lealtad, el afán de colaboración y el compañerismo" del casco azul fallecido, "nuestro Javi", dijo. También recordó que un militar siempre es consciente "de que la entrega de la vida es una posibilidad más" y subrayó que el malagueño se había ofrecido como voluntario y que ésta era la segunda vez que iba a Líbano. "No buscó su muerte, ni la halló por imprudencia ni negligencia, sino que le llegó cumpliendo en su puesto". El canto de La muerte no es el final y el homenaje a los soldados que murieron por España dio paso al plegado de la bandera, que fue entregada a la familia, junto a la condecoración y su boina.

Después del acto militar celebrado en Córdoba, los familiares se trasladaron al cementerio de San Gabriel de Málaga, donde el cabo fue incinerado en una ceremonia íntima.