La partida de las primeras tropas que viajaron ayer desde Córdoba hacia Líbano en el marco de la operación Libre Hidalgo XXVI dejó numerosos momentos de emoción, en los que grandes y pequeños se despidieron con besos y lágrimas, y expresando los mejores deseos, que fueron resumidos en las palabras de María José Alonso, la esposa de un soldado llamado Alejandro, «que pase rápido y que no pase nada».

Muchos testimonios coincidieron en destacar que cuando se iba acercando la hora de salir los ánimos bajaban y María José explicó que se trataba de la segunda vez que despedía a su marido antes de iniciar una misión internacional, pero «ya que está llegando la hora, estoy fatal». Entre los asistentes también se pudo escuchar el deseo de que «vuelvan todos», quizá recordando el fallecimiento del cabo Francisco Javier Soria, que perdió la vida en el sur de Líbano el año pasado.

El ambiente, sin embargo, se encontraba animado y los militares consultados expresaron «el entusiasmo» y «las ganas» de realizar esta misión. En esta línea, el sargento Ángel Carrillo afirmó que «lo afronto con mucha ilusión» y explicó que «una vez que entra uno en faena, el tiempo pasa rápido».

Una de las imágenes más divertidas fue la que dejaron miembros del motoclub Más Gas, que despidieron entre bromas -«Cómete todo lo que te pongan», le recomendó un amigo- al brigada Ignacio Luque. El sargento Javier Játiva acudió a la plaza de las Tres Culturas acompañado por sus dos hijos y por su esposa, Estefanía García, que admitió que «es un poco duro» y explicó que «los niños están muy apegados». En este sentido, recordó que tendrán que pasar las Navidades separados y tendrán «el susto en el cuerpo».

Manuela Baena es madre de Manuel Agudo, de 28 años de edad, y recordó que su hijo afrontó su primera misión exterior con 18 años. «Una madre no puede disimular aunque quiera, es muy duro», señaló visiblemente emocionada. De otra parte, Cati Barea es hermana del cabo Isidoro Barea y detalló que en la despedida se vive «una lucha de sentimientos, estamos orgullosos porque van a hacer una labor humanitaria, pero las circunstancias no son las mejores», por lo que tienen «la preocupación de que pueda pasar algo». En el lugar también se encontraba Manuel Murillo, padre del cabo Juan Manuel Murillo, que precisó que «esta vez (antes estuvo en Kosovo) lo estoy pasando muy mal, se ha ido voluntario». Con la salida de los autocares, algunos niños lloraron por esta despedida y otros optaron por correr tras ellos para aprovechar hasta el último momento. Las tropas regresarán dentro de seis meses y a las celebraciones familiares se unirán también las fiestas del mayo cordobés.