Considerada herética, la minoría musulmana ahmadiya sufre la persecución en la mayoría de los países en la que está implantada, desde la India, donde fue fundada por Mirza Ghulam Ahmad en 1889, hasta las regiones del centro de Argelia.

En el país norteafricano, una oleada de arrestos de seguidores de esta comunidad ha reavivado el debate sobre los límites de la libertad de culto y las restricciones en Argelia a las libertades de expresión y asociación.

"Argelia no tiene la intención de luchar contra la secta de ahmadiya, pero las autoridades argelinas se niegan a que algunas sectas elijan Argelia como tierra para sus conflictos y se niegan a participar", justificó el ministro argelino de Asuntos Religiosos, Mohamad Aisa.

En una conferencia sobre la libertad de culto pronunciada esta semana, el responsable insistió en que los arrestos se produjeron por un supuesto delito de "pertenencia a asociación no autorizada y recaudación de donaciones sin autorización".

El Ministerio está dispuesto a escuchar a sus seguidores "en el marco de las leyes de la República", pero "no a negociar como un grupo islámico", precisó Aisa, que reiteró la posición oficial de colocar a los ahmadíes entre los heréticos o "takfiríes".

EDICTO RELIGIOSO

Es ahí, en la fetua (edicto religioso con carácter de ley) publicada por el presidente del Consejo Superior Islámico (HCI), Ahmed Hamani, que los declara infieles, donde reside el conflicto con una pequeña comunidad que tiene alrededor de 200 millones de adeptos en el mundo.

"Consideramos que la palabra secta no es adecuada para hablar de los ahmadiya, que son una rama del Islam. Secta se remite a la noción de grupo o grupúsculo que afecta al pueblo, y la ahmadiya no es una agrupación de este tipo", explicó a Efe el abogado paquistaní Asi Arif.

Autor de un libro sobre la comunidad ahmadiya en Pakistán, Arif invitó al Gobierno argelino a tender puentes y ampliar el conocimiento de esta comunidad para desterrar los mitos generados a su alrededor.

"Creo que el Gobierno argelino no conoce perfectamente a los ahmadíes y creo que encontrarse con ellos permitirá romper varias barreras. La decisión de dar la no-musulmanidad a la ahmadiya no se justifica en cuanto a la libertad religiosa y de conciencia", subrayó.

Extendidos principalmente en Pakistán, pero con comunidades tanto en Europa como en Oriente Medio y el Norte de África, los ahmadíes creen que su fundador es el iman oculto o Mahdi que El Corán profetizó llegaría al final de los tiempos para anunciar el fin del mundo.

Su doctrina contiene elementos de confrontación con cristianos y comunidades islámicas tildadas de moderadas a las que consideran las tribus heréticas y desviadas de Gog y Magog que la Biblia sitúa en el umbral del Apocalipsis.

"El Profeta (Mahoma) nunca distinguió entre musulmanes, ni el Corán prevé autoridad alguna capacitada para decir si alguien es o no musulmán. Solo debe recitar la profesión de fe y los ahmadíes lo hacen, rezan cinco veces al día y respetan los pilares del Islam", reclamó.

"Creo que el Gobierno argelino ha adoptado una posición muy dura arrestando al responsable de la comunidad ahmadiya en Argelia", opinó.

Una visión que comparten organizaciones de defensa de los derechos humanos como Human Rights Watch y Amnistía Internacional, grupo este último que el pasado febrero ya advirtió, en su informe anual, de que la libertad de culto que está "amenazada" en Argelia y denunció diversas violaciones.

La respuesta de Argelia ha sido, hasta el momento, referirse al anteproyecto de la ley que elabora sobre los asuntos religiosos y que tiene previsto presentar a finales de 2019.

Una nuevo marco legal que según Aisa se centrará en regular los espacios para el ejercicio de la práctica religiosa en Argelia a través de "los artículos de ley vinculantes que serán sometidos a un debate colectivo antes de presentarse al Consejo de Ministros y al Parlamento".

El anteproyecto de ley irá precedido de "la puesta en marcha de una convención interactiva sobre la moderación y el deber de salir del extremismo".

EL RECUERDO DE CÓRDOBA

"Cuando hablamos de moderación, hablamos de la necesidad de salir del extremismo y la huella que deja la vida religiosa intensa. La mesura y la moderación son la naturaleza del Islam en cualquier país donde se aplica", precisó.

El ministro concluyó recordando el dolor que supuso para Argelia la guerra civil que desató en la década de los noventa después de que se anulara la victoria de los islamistas en los comicios legislativos, conocida como "decenio negro" y apeló a la "diplomacia religiosa" y a lo que denominó como "el Islam de Córdoba".

"El islam de Córdoba es nuestra referencia porque pertenece a nuestros antepasados, queremos regresar a ese ejemplo de convivencia, diálogo y solidaridad", subrayó.