Dos años después del estallido de la crisis de los refugiados, la Unión Europea (UE) sigue naufragando en inmigración. A pesar de la aparente revitalización europea con el 'brexit' y de los sucesivos planes de acción de la Comisión Europea, la UE continúa sin una estrategia común eficaz, coherente y solidaria para afrontar el reto migratorio. La mayoría de los estados se comporta como si se tratara de un problema que deben resolver los países mediterráneos afectados, mientras crece el número de inmigrantes que cruzan el Mediterráneo central y occidental. Los fallecidos en la travesía ya superan los 2.200 en el primer semestre de este año, tras los 5.098 registrados en 2016.

Los gobiernos de Europa Oriental rechazan compartir el esfuerzo sobre el reparto de refugiados y los de Europa Occidental se limitan a gestos testimoniales de solidaridad con Italia y Grecia. Todos insisten en la devolución rápida de los inmigrantes irregulares al país de origen, muy problemática en la práctica por la falta de documentos de identidad y la negativa de esos países de origen a reconocerlos como nacionales. El Consejo de Ministros de Justicia e Interior de la UE, que concluyó este viernes en Tallin (Estonia), también rechazó la petición italiana de repartir los inmigrantes rescatados en el mar entre los países europeos.

Los refugiados e inmigrantes irregulares que han llegado en lo que va de año a Italia a través del Mediterráneo suman 85.153 hasta el 3 de julio, el 20% más que en el mismo periodo de 2016, indica la Organización Mundial para las Migraciones. A España han llegado6.464 inmigrantes, el 378% más que en el mismo periodo de 2016. La mayoría de las personas desembarcadas en Italia durante 2016 procedía de Nigeria, Eritrea, Guinea, Costa de Marfil, Gambia, Senegal, Malí y Sudan. A Grecia, pese al acuerdo con Turquía, han llegado 9.300 refugiados en el primer semestre, con lo que los refugiados e inmigrantes atrapados en el país suman 61.300, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

CONTROLES FRONTERIZOS

Los gobiernos europeos actúan como si se tratara de un problema coyuntural que se puede resolver reforzando los controles fronterizos en la cuenca sur del Mediterráneo y la zona del Sahel y soslayan la situación de caos, conflictos armados y terrorismoexistente en algunos de los países africanos y la debilidad de las estructuras gubernamentales y administrativas en la mayoría de ellos.

La ministra europea de Asuntos Exteriores, Federica Mogherini,ya advirtió en 2015 que la crisis migratoria no era un fenómeno pasajero y que cuanto antes lo asumiera la UE mejor podría abordar ese reto político, social y humanitario. El vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, lo ha vuelto a repetir esta semana: "El problema de la inmigración no va a desaparecer mañana, ni el año que viene, ni en una década, ni en dos. Es un fenómeno global que estará con nosotros durante generaciones".

Sólo la explosión demográfica prevista en el África Subsahariana generará una creciente presión migratoria hacia la UE. El informe demográfico de la ONU del 21 junio estimaba que la población del África Subsahariana se duplicará en 30 años y pasará de 969 millones a 1.969.000 millones en 2045. Al factor demográfico hay que sumarle la pobreza, la falta de expectativas, los conflictos, la represión y el terrorismo que afecta a un número creciente de países africanos.

Ante ese reto, los dirigentes europeos han optado por subcontratar a otros países el control de la inmigración, como ya hicieron con Turquía. Los ministros de la UE reiteraron en Tallin como gran solución su plan de "incrementar el compromiso con Libia", apostando por que el Estado fallido libio se encargue de impedir la salida de los refugiados e inmigrantes hacia Europa.

REHÉN DE LAS MILICIAS ISLAMISTAS

Esa estrategia insiste en ignorar que Libia sigue sumida en una situación caótica de guerra civil, en la que el Gobierno de unidad respaldado por la UE no controla ni la capital y es rehén de las diversas facciones de milicias islamistas de la región, como detallan los informes confidenciales del Servicio de Acción Exterior Europeo de Mogherini y el último informe de la ONU de junio. Los diferentes informes de la UE y de la ONU describen cómo las milicias, grupos armados e incluso fuerzas oficiales se lucran con el tráfico y el maltrato de los inmigrantes y cómo los inmigrantes son sometidos a trabajos forzados, torturas, violaciones y venta como esclavos.

Como los buques de las organizaciones humanitarias se sitúan en el límite de las 12 millas de las aguas territoriales libias para reducir el riesgo de pérdida de vidas en la travesía de 160 millas hasta la isla italiana de Lampedusa, los ministros de la UE acusan a esas organizaciones de "facilitar la tarea a las mafias" y "generar un efecto llamada". Por ello, Italia elabora un código de conducta pararestringir la actividad de las organizaciones humanitarias.

Las mafias de la inmigración usan botes cada vez más precarios,justo para llegar a la zona de rescates. Esas mafias compran en internet botes inflables chinos que son entregados en los puertos libios vía el Malta Freeport o Turquía. De 2012 a 2016, se han importado vía el Malta Freeport botes inflables chinos por valor de 1.300 millones. En la plataforma Alibaba se anunciaban este viernes diferentes "botes inflables para refugiados" fabricados por Zheijang Anji Huayu Boat Development. Uno de ellos, de ocho metros de eslora y "capacidad para 40-60 personas", costaba 615 euros.