Debía ser su primer fin de semana de descanso desde que llegó a la Casa Blanca, pero Donald Trump parece ser incapaz de abrir la boca sin levantar una polvareda. En una entrevista con Fox News, el presidente de Estados Unidos estaba defendiendo su pretendido acercamiento a la Rusia de Vladimir Putin, un dirigente por el que ha mostrado reiteradamente admiración, cuando el entrevistador le replicó aireando lo que piensa buena parte de la clase política en Washington. “Pero él es un asesino. Putin es un asesino”, le dijo Bill O`Reilly. “Hay muchos asesinos. Nosotros también tenemos muchos asesinos. ¿Tan inocente crees que es nuestro país?”, contestó Trump.

Sus palabras no han sentado nada bien en las filas de su partido, el guardián autoproclamado de las esencias patrióticas del país. “No creo que haya ninguna equivalencia entre el modo en que Rusia y EEUU se comportan”, ha dicho el líder republicano en el Senado,Mitch McConnell, tras mencionar la anexión rusa de Crimea, su intervención militar en Ucrania o la aparente injerencia en las elecciones estadounidenses. “No voy a criticar cada palabra del presidente, pero creo que América es excepcional, América es diferente. De ningún modo actuamos como los rusos”. A las críticas se han sumado otros, desde Marco Rubio al también senador republicano Ben Sasse.

EL 'EXCEPCIONALISMO AMERICANO'

“Seamos claros, ¿ha cometido errores EE UU? Por supuesto. Pero ¿es EE UU como el régimen de Putin? Para nada”, ha dicho Sasse. Su país, ha explicado, “celebra” la libertad de prensa, la libertad religiosa o el derecho a disentir políticamente, mientras que Putin es un “enemigo” de todos esos valores. “No hay ninguna equivalencia entre EEUU, la nación que más ama la libertad en la historia del planeta, y los matones asesinos que defienden el amiguismo de Putin”. Esta vez Trump ha hecho algo más que distanciarse de la ortodoxia de su partido en política exterior. Ha atacado los pilares básicos del‘excepcionalismo americano’, la idea de que EEUU es moralmente superior al resto de países por los principios sobre los que se fundó, por su historia y por el papel que ha desempeñado para transformar el mundo.

Cuando llevaba solo unos meses en la Casa Blanca, Barack Obamase atrevió a relativizar ese concepto sacrosanto. “Yo creo en el excepcionalismo americano, tanto como sospecho que los británicos creen en el excepcionalismo británico y los griegos creen en el excepcionalismo griego”. Aquellas palabras inocuas, que luego enmendó con referencias a esa idea en docenas de discursos, le persiguieron durante toda su presidencia. Muchos, como el exalcalde de Nueva York, Rudolf Giuliani, llegaron a decir que "no ama a su país", algo que no hubieran dicho si Obama hubiera sido blanco.

"POTENCIALES TERRORISTAS"

Esta última controversia ha coincidido con la decisión de un tribunal de apelaciones de rechazar la suspensión cautelar que había reclamado la Administración Trump para reinstaurar el veto inmigratorio revocado temporalmente el viernes por un juez federal. La corte ha desestimado el recurso urgente, pero este lunes escuchará los argumentos del Gobierno y fallará en un sentido u otro. Por el momento, las fronteras siguen abiertas para los refugiados y los ciudadanos de los siete países musulmanes afectados inicialmente por la prohibición. Trump, que se ha cogido el fin de semana para descansar en su resort de Mar-a-Lago (Florida), ha seguido cultivando el miedo y atacando al magistrado que tumbó su decreto: “El juez abre nuestro país a potenciales terroristas y otros que no tienen nuestros mejores intereses en el corazón. La mala gente está muy contenta”, ha escrito en Twitter.