Desde que Donald Trump llegó al poder, los derechos humanoshan desaparecido de la jerga diplomática de Estados Unidos. No solo no se invocan públicamente, sino que el líder estadounidense ha dedicado toda clase de alabanzas y gestos de deferencia a autócratas de toda ralea, desde el príncipe saudí Mohammed Bin Salman, alegipcio Al Sisi, el chino Xi Jingping o el ruso Vladímir Putin.Pero eso le ha servido también para acercarse en muchos casos a sus gobiernos y remendar las malas relaciones que mantuvieron con Barack Obama, quien raramente tuvo reparos para hacer negocios con ellos por más que huyera de posar a su lado en las fotos. Es lo que se llama en las relaciones internacionales realismo puro y duro.

Ese acercamiento le acaba de servir a Trump para marcarse unaimportante victoria diplomática, al lograr la liberación de Aya Hijazi, una treintañera estadounidense de origen egipcio que se convirtió en uno de los rostros globales de la represión de Al Sisi contra la sociedad civil en el país árabe. Tras pasar tres años entre rejas por unos cargos que muchos consideraban espurios, Hijazi ha sido puesta en libertad y ha regresado a EEUU después de que la Administración Trump negociara en secreto su liberación. Como parte del acuerdo, se ha puesto también en libertad a su marido y a otros cuatro trabajadores humanitarios de laFundación Belady, una oenegé dedicada a rehabilitar a niños de la calle en Egipto.

CARGOS DESESTIMADOS

“Estamos muy contentos de que Aya esté de vuelta en casa”, ha dicho Trump al recibirla en la Casa Blanca. “Es un gran honor tenerla en el Despacho Oval junto a su hermano”. El pasado domingo, un tribunal cairota desestimó los cargos que pesaban contra ella de tráfico y abuso de menores, unos cargos que apenas se respaldaron con pruebas y que las organizaciones humanitarias consideraban fabricados.

La Administración de Obama ya trató de liberar a la estadounidense, pero ni siquiera la decisión de reanudar las ayudas militares a Egipto en el 2015, tras quedar temporalmente suspendidas por la muerte de cientos de islamistas que siguió al golpe de Estado de Al Sisi, bastó para restablecer la sintonía entre los dos países. En cambio, Trump no tardó en ganarse al general desde el principio de su mandato. El pasado 3 de abril lo recibió en la Casa Blanca, donde expresó un “fuerte respaldo” a su Gobierno y definió al exministro de Defensa de Mubarak como un líder "fantástico". Los términos del acuerdo para la liberación de los trabajadores humanitarios se desconocen por el momento. La Casa Blanca sostiene que no ha habido un 'quid pro quo'.