“Me atraen automáticamente las hermosas... Simplemente empiezo a besarlas. Es como un imán. Ni siquiera espero. Y cuando eres una estrella, te dejan hacerlo. Puedes hacer cualquier cosa... Cogerlas por el coño...”

“Las mujeres son muy especiales. Pienso que estamos en un momento muy especial, muchas cosas están saliendo a la luz y pienso que es bueno para nuestra sociedad y pienso que es muy, muy bueno para las mujeres”.

Entre una frase y otra han pasado 12 años, pero las dos han salido de la boca del mismo hombre, Donald Trump, en el 2005 magnate inmobiliario y figura de la 'televisión realidad', ahora presidente de Estados Unidos. Esa presidencia coincide con un momento crucial en el país, recorrido por una ola de renovada conciencia sobre el acoso y el abuso sexual. El torrente de denuncias, y las repercusiones inmediatas para la mayoría de los acusados, extienden un ambiente de tolerancia cero. Solo Trump parece inmune.

Más de 13 mujeres le han acusado de conducta sexual inapropiada, buena parte de ellas en octubre del año pasado, después de que se hiciera pública la grabación del 2005. Esas acusaciones (que Trump niega) no evitaron su victoria, aunque los sondeos mostraban que el 68% de los votantes registrados creían a las mujeres y solo el 14% pensaba que Trump (con una antología de comentarios sexistas de órdago) no había hecho avances sexuales no deseados. Y de forma paradójica, siguen sin poner al presidente en apuros por los que están pasando otros acusados (incluyendo el candidato republicano al Senado Roy Moore, a cuyas negaciones de haber mantenido múltiples supuestas relaciones con adolescentes Trump da credibilidad).

APESADUMBRADAS

“Con Trump todo se barrió debajo de la alfombra”, lamentaba hace poco en ‘The New York Times’ Temple Taggart, una de sus acusadoras. “Parece que estos escándalos tocan a los políticos, pero Trump parece ser la excepción a la regla, no sé por qué pero realmente es de teflón”, decía recientemente en ‘Slate’ Jessica Leeds, otra de quienes denunció públicamente, que ahora se ha siente apesadumbrada por “no haber tenido más impacto”.

Que este acabe llegando aún no se puede descartar. Trump afronta una demanda por difamación ante la justicia civil de Summer Zervos, antigua concursante de ‘El aprendiz’. Los abogados del presidente intentan que se desestime, alegando que los comentarios en que ha tildado de “mentirosas” a acusadoras como ella son discurso político y que un presidente en activo no puede ser demandado (olvidan que el Supremo se lo permitió a Paula Jones con Bill Clinton). Y no está en sus manos, sino en las de una jueza, decidir si el caso sigue adelante.