Donald Trump ha respaldado este domingo a sus servicios de inteligencia como este sábado creyó a Vladimir Putin. Parece algo confuso que pueda creer tanto a los que certifican la trama rusa como a los que la niegan. El dilema era serio: desprestigiar a los subordinados que salvaguardan la seguridad nacional o al líder ruso con el que se ventila buena parte de los conflictos mundiales. Ha salvado a ambos y sacrificado la coherencia del discurso.

“Si preguntáis si creo o no, estoy con nuestras agencias”, ha respondido Trump este domingo en Hanoi (Vietnam) durante la cumbre de la APEC. “Tal y como están lideradas, por gente buena, creo mucho en nuestras agencias”, ha rematado, subrayando las diferencias con las de Obama. El presidente ha denunciado que aquella cúpula formada por John Brennan, James Clapper y James Comey estaba guiada por intereses espurios.

LA "VEHEMENCIA" DE PUTIN

Esta fe en sus agencias chirría con la confianza expresada el día anterior sobre Putin después de tres reuniones en los márgenes de la cumbre internacional. “Cada vez que me ve, me asegura que no lo hizo, y realmente le creo cuando me lo dice. Parece que se siente insultado”, señaló Trump, quien aludió como argumento decisivo a la “vehemencia” de esos desmentidos. Muchos en Washington le afearon al presidente de Estados Unidos que priorizara la opinión de un ex agente del KGB sobre la de sus agencias.

El objeto del debate es el informe conjunto de la CIA, el FBI y la NSA que en enero acreditó las interferencias rusas en las elecciones que Trump ganó a Hillary Clinton. El asunto ha alejado el foco del comercio durante el periplo asiático y acumulado capítulos hasta el embrollo actual. Trump y Putin se verán de nuevo esta semana en la cumbre de la ASEAN en Filipinas y no es descartable otro giro de guión.

Trump ha precisado que su apoyo a sus servicios de inteligencia no implica llamar mentiroso a Putin. “Está muy claro que él siente de verdad que no se entrometió. Lo que él cree es lo que él cree”, ha añadido. La improbable salida, pues, pasa por imaginar que la campaña de mangoneos rusos se ejecutara de espaldas a Putin. Este ha desdeñado esos informes como “charlatanería” y salidos de las pugnas políticas estadounidenses. También Trump ve la mano demócrata en la investigación en curso, dirigida por el exdirector del FBI Robert Mueller. En las vísperas del viaje a Asia imputó por delitos fiscales y fraude a Paul Manafort, jefe de campaña de Trump y el último del núcleo presidencial que ha tenido problemas con la justicia.

Esa investigación debe finalizar ya por el bien de la humanidad, exigió Trump. “Millones y millones de vidas” están en peligro, alertó en referencia a asuntos tan delicados como Siria, Ucrania y Corea del Norte, que Washington debe solucionar junto a Moscú.

EL "BAJO Y GORDO" KIM JON-UN

Trump terminó la jornada llamando "bajo y gordo" al líder norcoreano con una alambicada fórmula que se aprovecha de la ampliación de los caracteres de Twitter. “¿Por qué Kim Jong-un me insulta llamándome viejo cuando yo NUNCA le llamaría bajo y gordo? Oh bueno, intento tanto ser su amigo que quizá algún día eso ocurra”.

Cuesta ver otra intención en ese mensaje que la de desviar el foco de la trama rusa. Corea del Norte acumula casi dos meses sin lanzamientos de misiles y está aletargada, sin más actividad que alguna de las habituales groserías de sus medios oficiales. Ni siquiera ha intentado aliñar el periplo asiático de Trump con algún desmán, como preveían los expertos. Ese tuit sobre un dictador de ego tan inflamado tiene la capacidad de devolver la tensión a la península coreana.