La estrategia desestabilizadora que practica Donald Trump apunta incluso contra el Reino Unido, uno de sus más firmes aliados. La relación especial entre Washington y Londres a lo largo de los últimos 70 años pasa por una crisis después de que el presidente de EEUU compartiera en su cuenta de Twitter vídeos antimusulmanes del grupo ultraderechista británico Britain First. La moderada condena del miércoles de la primera ministra británica, Theresa May, quien calificó de «error» lo hecho por Trump, recibió una vitriólica respuesta del inquilino de la Casa Blanca. «En vez de ocuparte de mí, ocúpate del terrorismo islámico radical destructor en el interior del Reino Unido. Para nosotros, ¡todo va bien!» decía su tuit.

La nueva provocación de Trump, atacando personalmente a May, enfureció aún más a los británicos. En la Cámara de los Comunes, reunida en sesión extraordinaria, la ministra del Interior, Amber Rudd, desaprobó la conducta del presidente de EEUU, pero puso freno a la disputa. Rudd recordó que el intercambio de información y la estrecha relación existente entre los servicios de inteligencia de Estados Unidos y el Reino Unido es «vital» y «ha salvado la vida de muchos británicos». La ministra sugirió, eso sí, que Trump debería abandonar Twitter.

Horas más tarde, desde Jordania, donde se hallaba en visita oficial, May también intentó calmar los ánimos. «Lo digo claramente, fue un error compartir los tuits de Britain First -afirmó-, una organización odiosa que trata de alimentar la división y desconfianza entre nuestras comunidades y defiende valores totalmente opuestos a los que compartimos como nación, como el respeto o la tolerancia». Pero May insistió en que «la relación especial (con Estados Unidos) es a largo plazo, una relación que perdura y va en el interés de los dos países que continúe».

La premier confirmó que se mantiene la invitación a Trump para una visita de Estado al Reino Unido, a pesar del clamor para que sea revocada. May subrayó que no ha fijado fecha al viaje, dando a entender que el asunto no corre prisa. El diputado laborista Chris Bryant alegó que «uno no se puede oponer a este horrible racismo, o pretender que se opone, e invitar al mismo tiempo a ese hombre por la puerta principal». También el alcalde laborista de Londres, Sadiq Khan, dejó claro que Trump no sería bien recibido. «El presidente Trump ha utilizado Twitter para promover un grupo abyecto que solo existe para sembrar la división y el odio en nuestro país», señaló en un comunicado. Khan es el primer alcalde musulmán que tiene la capital. Trump le acusó en el pasado de minimizar la amenaza terrorista en la ciudad.

Acusación falsa

El presidente compartió tres videos que había colgado la vicepresidenta de Britain First, Jayda Franser, procesada actualmente por incitación al odio religioso. Las cintas, sin autentificar, mostraban incidentes violentos supuestamente protagonizados por musulmanes. En uno de ellos se acusa falsamente a «un inmigrante musulmán» de golpear a un chico holandés con muletas. La policía del país ha desmentido que el atacante sea inmigrante o musulmán.

El hecho de que Trump los difundiera en su cuenta, con 43,5 millones de seguidores, ha dado inmensa publicidad a un grupúsculo de apenas 1.000 afiliados. Britain First se creó en el 2011 al escindirse del Partido Nacional Británico, otra formación de extrema derecha. Jamás ha logrado el más mínimo impacto en las urnas, pero es el partido británico más seguido en las redes sociales. La organización dio que hablar en junio del pasado año cuando el ultra Thomas Mair asesinó a la diputada Jo Cox al grito de «Britain First».