Alemania respira un poco más aliviada. La caza de Anis Amri, presunto autor del atentado terrorista de Berlín y el hombre más buscado de Europa, llegó ayer a su fin. El yihadista tunecino, de 24 años, fue abatido durante la madrugada por la policía italiana en Milán después de que abriera fuego al grito de «Allahu Akbar» (Alá es grande) contra dos agentes que realizaban un control rutinario. «La democracia y la humanidad son más fuertes que el terrorismo», remarcó «aliviada» la cancillera alemana, Angela Merkel.

El ministro italiano del Interior, Marco Minniti, confirmó a media mañana que el abatido era, «sin duda», Amri, ya que sus huellas dactilares coincidían con las proporcionadas por las autoridades alemanas que se encontraron en la puerta del conductor del camión que el pasado lunes arrolló el mercadillo navideño de Breitscheidplatz matando a 12 personas y dejando a otras 48 heridas. La policía italiana también se sirvió del reconocimiento facial para identificar al sospechoso.

POLICÍA HERIDO DE BALA / Según los medios milaneses, Amri fue abatido a las tres de la madrugada de ayer tras intentar esquivar un control rutinario de la policía en la plaza 1 de Mayo, en el distrito de Sesto San Giovanni, en el norte de Milán. Los policías le pidieron que se identificara, pero Amri no obedeció y abrió fuego contra los agentes, hiriendo a uno de ellos en el hombro. La policía respondió matando al sospechoso.

A pesar del peso que Alemania se ha quitado de encima con la muerte de Amri, la cancillera Merkel remarcó que el país se mantiene en un nivel de alerta terrorista «alto» y que no habrá descanso «hasta llegar al fondo de la investigación».

En el bolsillo del principal sospechoso del atentado de Berlín se encontraron billetes de tren que han permitido a la policía reconstruir parte de su escapada. Amri estuvo en la localidad francesa de Chambéry, desde donde viajó hasta Turín. De ahí se dirigió a la estación central de trenes de Milán, donde se encontró con los agentes que pusieron fin a una persecución que duró cuatro días. ¿Cómo pudo el hombre más buscado del continente cruzar Alemania, Francia e Italia sin ser detenido antes? Esta es otra de las incógnitas que las autoridades policiales, muy cuestionadas, deberán esclarecer. Además, según informó la agencia de noticias alemana DPA, la policía marroquí había alertado el pasado mes de septiembre a sus colegas alemanes de la peligrosidad del tunecino.

La prensa italiana apunta que Amri llegó a Milán en busca de un lugar donde esconderse y se especula sobre la posibilidad de que tuviese contacto con una red yihadista del país. Fue precisamente a Italia adonde llegó cuando emigró en el 2011, y donde se radicalizó durante una estancia en prisión.

‘MÁRTIR’ DEL YIHADISMO / El atentado de Berlín refleja de nuevo patrones que ya se han repetido en otros casos: un sujeto radicalizado por el yihadismo, con antecedentes penales por pequeños delitos y seguido por la policía; errores que evitan su detención; huida, caza y muerte en un tiroteo posterior. La fiscalía alemana aún no ha confirmado oficialmente que Amri fuera el autor material del peor atentado terrorista que ha vivido la capital alemana. La reivindicación del grupo autodenominado Estado Islámico tampoco ha sido contrastada. Aun así, los radicales volvieron a la carga y difundieron, a través de su agencia propagandística Amaq, un vídeo grabado en Berlín por el propio Amri en el que juraba lealtad al líder yihadista Abu Bakr al-Baghdadi y aseguraba querer morir como un mártir.

Por si la polémica con los errores policiales no fuese suficiente, las víctimas del atentado perpetrado en Berlín no tendrán derecho a cobrar una indemnización. Según ha apuntado el semanario Der Spiegel, la legislación vigente puntualiza que tal pago no está previsto en casos en los que el incidente sea cometido por un camión, un vacío legal que el representante de las víctimas de la capital alemana no ha tardado en calificar de «absurdo». Solo los familiares del conductor del camión, presuntamente asesinado por Amri de un balazo, recibirán una compensación económica del Estado.