Un atentado suicida con bomba contra una manifestación pacífica de la minoría étnica hazara en Kabul provocó ayer al menos 80 muertos y 231 heridos, según los últimos datos ofrecidos por el Ministerio afgano de Interior. El atentado, reivindicado por el Estado Islámico (EI), es el más sangriento cometido hasta ahora por la organización yihadista en Afganistán, y supone un salto cualitativo en la capacidad operativa del grupo, en unos momentos en que se suponía que estaba cercado por el Ejército en su principal bastión del este del país.

La explosión se produjo hacia las 14.30 hora local (10.00 GMT) en medio de una marcha sin connotaciones religiosas, para protestar contra un proyecto eléctrico del Gobierno que los hazaras denuncian que excluye a esta minoría. Miles de manifestantes se encontraban en la zona de Dehmazang de la capital afgana, después de que el fuerte cordón de seguridad les impidiera alcanzar el palacio presidencial.

A la explosión siguieron crudas escenas de cadáveres esparcidos por el asfalto y heridos ensangrentados que pedían ayuda, mientras comenzaban a ser evacuados hacia los hospitales en cualquier vehículo disponible. Entre escenas de pánico, los equipos de ayuda, fuerzas de seguridad y muchos de los manifestantes intentaban ayudar a un número creciente de heridos.

CIVILES Y MILITARES / «Los terroristas entraron entre los manifestantes y llevaron a cabo las explosiones», aseguró el presidente afgano, Ashraf Gani. El mandatario afirmó en un comunicado que entre los fallecidos y heridos se encuentran «miembros de las fuerzas de seguridad y defensa», pero sin aportar más detalles. Interior, por su parte, confirmó que aunque la mayoría de víctimas son civiles, entre ellas también se encuentran «un número de fuerzas de seguridad» que vigilaban la marcha.

«De acuerdo con la información inicial, tres suicidas con bombas cometieron el ataque. Uno detonó su chaleco explosivo, el segundo falló en su intento de explotarlo y el tercero fue abatido por las fuerzas de seguridad afganas», detalló Interior en un comunicado. El EI, que se atribuyó el ataque a través de su agencia de noticias Amaq, asegura que fueron dos de sus combatientes los que «detonaron cinturones con explosivos en una concentración de chiís en la zona de Dehmazang en Kabul». La carnicería supera en número de víctimas el ataque reivindicado por el EI en abril del año pasado en la ciudad oriental de Jalalabad, con 35 muertos y 125 heridos, que hasta entonces había sido el más mortífero de este grupo en territorio afgano. Zabaiullad Mujahid, portavoz de los talibanes, enemigos declarados del EI, criticó el atentado y se expresó en contra de «cualquier ataque que cause división y discriminación entre la gente y la religión».