La gran coalición en Alemania aún no ha echado a andar y ya se ha visto inmersa en una primera crisis. El líder del Partido Socialdemócrata (SPD), Martin Schulz, anunció ayer por sorpresa que renunciará a ser el nuevo ministro de Asuntos Exteriores y que no formará parte del Ejecutivo que selló este pasado miércoles con la cancillera Angela Merkel. «Todos hacemos política para la gente de nuestro país y eso significa que mis ambiciones personales tienen que ir por detrás de los intereses del partido», aseguró el dirigente socialdemócrata en un breve comunicado emitido por el SPD.

Aunque un 54% de los alemanes ya creía que Schulz no debía formar parte del Gobierno, su renuncia final responde a las fuertes presiones que ha recibido desde dentro de la formación que preside. Según el diario Bild, la directiva le dio un ultimátum para que renunciase ayer al cargo. Además de la fuerte revuelta de las bases que presionan para que se tumbe un acuerdo de gran coalición del que reniegan, sus decisiones tampoco han gustado en la cúpula del partido.

El epicentro de esa crisis se ha situado entre presuntos amigos. Tras darse a conocer los puestos que ocuparían en el nuevo Ejecutivo, un hombre quedó estupefacto: Sigmar Gabriel, exlíder del SPD y ministro de Exteriores en funciones, se quedaba sin cargo alguno. La incredulidad se transformó en protesta y ayer acusó a Schulz, con quien es conocida su estrecha amistad, y a la directiva de «romper su palabra» y de serle desleal. Sorprendidos por haber dejado fuera del nuevo Gobierno a uno de los políticos más bien valorados del SPD, varios líderes regionales criticaron a Schulz.

VOTACIÓN DECISIVA / Aunque evidencia la debacle de la socialdemocracia alemana, con este gesto Schulz pretende fortalecer el partido. «Espero que los debates personales dentro del partido hayan terminado», apuntó. El debilitado líder del SPD temía que la polémica generada por el juego de sillas en el nuevo Ejecutivo perjudicase las aspiraciones de la cúpula del partido de refrendar el acuerdo, que se someterá a la votación de los afiliados. Por si las concesiones hechas a la CDU de Merkel como la limitación de la reunificación familiar de los refugiados no fuesen suficientes, una pelea de gallos contribuiría a aumentar el escepticismo de las bases.

Con o sin Schulz, el partido se encuentra profundamente dividido. Prueba de ello fue el congreso de Bonn del 21 de enero, cuando la directiva vio cómo su propuesta de negociar con los conservadores obtenía tan solo un 56% de los apoyos. A pesar de la derrota, las juventudes (Jusos) y el ala izquierdista del partido han puesto en marcha una controvertida campaña de afiliación exprés de críticos al partido para bloquear el Gobierno entre CDU y SPD. Del 20 de febrero al 2 de marzo el SPD preguntará a sus militantes si aceptan el acuerdo logrado el miércoles. La decisión de las bases es el ultimo escollo para que Alemania repita su cuarta gran coalición de la historia.

Schulz tampoco estará al frente del partido. Después de anunciar un acuerdo de gobierno con los conservadores, el dirigente socialdemócrata reveló que abandonaría la presidencia del SPD, un lugar que con toda probabilidad ocupará Andrea Nahles, líder parlamentaria del partido y exministra de Empleo. Ese paso atrás evidenciaba el mea culpa por llevar al partido a los peores resultados de su historia y por pasar de plantar cara a Merkel a darle la mano.