El vicepresidente y ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, adelantó ayer que Italia no aprobará el documento «sobre inmigración» que será presentado mañana en el Consejo de Interior de la Unión Europea (UE) que se celebrará en Luxemburgo porque «penalizará de nuevo» a su país. Y lo que tiene claro Salvini es que Italia «no se convertirá en un campo de refugiados» de la UE.

«Votaremos no al documento que será presentado en la reunión en Luxemburgo sobre la inmigración porque penalizará de nuevo a Italia y a otros países del Mediterráneo a favor de los países del norte y del este de Europa», dijo el nuevo ministro de Interior y líder de la Liga, que no podrá asistir a la reunión ya que este martes se celebrará en el Senado la sesión de investidura del nuevo Gobierno formado por su partido, la Liga, y el Movimiento 5 Estrellas.

Salvini, flamante ministro de Interior, intenta usar el mejor lenguaje diplomático adecuado desde que desde la semana pasada ocupa un cargo institucional en el Ejecutivo populista pero en plena campaña electoral para unas municipales parciales de este domingo, en las que participarán a siete millones de Italianos, le ha vuelto a salir el lenguaje tradicional de la Liga contra la inmigración.

ATAQUES A TÚNEZ / En el pasado, su partido había propuesto rechazar las pateras a cañonazos. La ley que contempla por primera vez el delito de inmigración clandestina lleva el nombre de Bossi-Fini, por Umberto Bossi y Gianfranco Fini, quien fuera ministro del Interior de un gobierno presidido por Silvio Berlusconi.

Precisamente el día en que al menos 60 personas murieron al hundirse la barca en la que salían desde Túnez hasta Italia, Salvini arremetió el domingo contra el país africano.

«Túnez es un país libre y democrático en el que no existen guerras, carestías y pestilencias, pero no exporta gentilhombres, sino a malhechores», dijo el ministro del Interior Salvini el domingo durante un mítin en Pozzallo, localidad siciliana en cuyo puerto llevan la mayoría de las naves con los emigrantes salvados. «Iré a ver a mi homólogo de aquel país, porque nadie me saca de la cabeza que existe un negocio construido sobre los niños que mueren», anunció.

El anterior Gabinete italiano presidido por Paolo Gentiloni expulsó a 7.000 inmigrantes que carecían de los requisitos para ser considerados refugiados. «Me parecen demasiado poquitos, a este ritmo el problema lo resolveremos en 80 años», dijo Salvini durante el mitin, aplaudido por todos los presentes. Y volvió a arremeter contra la idea de que Italia se haya convertido en el «puerto de África».

Con este discurso y sin que se frene el ritmo de llegadas a Italia, el actual Gobierno de Roma puede crear muchos quedraderos de cabeza a la UE. Este martes se reúnen en Bruselas los ministros de Interior de la UE para revisar algunos documentos sobre la reforma del sistema europeo común de asilo.

Salvini no estará porque en el Parlamento italiano se vota la confianza al nuevo Gobierno. Sin embargo, su representante se opondrá a la modificación y renovación del Tratado de Dublín, que establece las reglas europeas sobre migraciones.

Roberto Maroni, exsecretario de la Liga y exministro del Interior, advirtió públicamente a Salvini que «la inmigración es un tema complicado» y que «devolver los migrantes a sus casas no es tan sencillo, porque tienen que ser devueltos al país de origen y no de procedencia».