El último y más peligroso jaque al estado del bienestar en Estados Unidos en décadas ocupa 142 páginas. Esa es la extensión de la propuesta de ley para desmantelar la reforma sanitaria de Barack Obama que han preparado con inusitada opacidad 13 republicanos en el Senado. Se hizo pública este jueves, tras semanas de reuniones secretas y mientras buena parte de la atención política y mediática se desviaba a otros asuntos, especialmente aunque no solo los relacionados con el Rusiagate. Y aunque la oposición interna de algunos ultraconservadores que quieren ir aún más lejos hace que peligre su aprobación tal y como está redactada, la mera proposición y el calendario acelerado marcado por los republicanos para intentar sacarla adelante hacen saltar las alarmas.

La estructura básica de la propuesta es similar a la que aprobó en mayo la Cámara Baja, que según calculó entonces la Oficina Presupuestaria del Congreso dejaría sin cobertura sanitaria a 23 millones de personas en la próxima década y que hasta Donald Trump ha calificado de “mala”. Y habrá que esperar ahora a que esa misma oficina analice el plan del Senado, pero es improbable que mejoren las perspectivas para esos estadounidenses en riesgo de quedarse sin seguro.

Aunque de forma más gradual que la House, el Senado propone recortes aún más drásticos a 'Medicaid', el programa que ayuda a 74 millones de pobres, personas mayores y niños. El plan representa también un recorte de impuestos que beneficiará al segmento más rico de la población y reduce los subsidios a las clases medias para pagar sus seguros, minimizando la implicación del Gobierno federal en la asistencia sanitaria, un sector que representa el 18% de la economía estadounidense.

El Senado también pretende congelar durante un año la financiación para Planned Parenthood, una organización que presta servicios sanitarios y de planificación familiar a mujeres, demonizada por los conservadores por practicar abortos. Y en su propuesta tampoco parece haber calado el mensaje de Trump de que esperaba algo “con más corazón”: quedan en el aire las protecciones que garantizaban que las aseguradoras no puedan rechazar a personas con "condiciones médicas previas".

OPACIDAD SIN PRECEDENTES

La preparación de la propuesta legislativa, sin vistas ni votaciones en comités, ha sido la más secreta en al menos 100 años según el historiador emérito del Senado. Ha sido también una muestra de hipocresía del liderazgo republicano, que en su día denunció como opaca la negociación de Obamacare pese a que en 2010 hubo meses de debate político y público. Y esa estrategia furtiva no ha sido casual: hasta el jueves ha impedido hacer y organizar oposición firme a legisladores demócratas, activistas e incluso lobistas, que desconocían las proposiciones exactas. Incluso muchos senadores republicanos que también han quedado excluidos de la elaboración se han quejado. "Todo el proceso no es satisfactorio. Me siento terrible”, ha dicho John McCain.

A la falta de atención a lo que se estaba gestando ha contribuido también la dispersión de la atención mediática. Aunque medios como 'The Washington Post', 'The New York Times', 'Politico' o 'The Hill' no han cejado en la cobertura, el tema ha estado ausente en las televisiones. Según un análisis de Media Matters, por ejemplo, en las dos primeras semanas de junio los informativos de las tres cadenas generalistas dedicaron al tema tres minutos. “Necesitamos caminar y mascar chicle al mismo tiempo y reconocer que los temas que realmente importan a la gente son los que afectan su vida diaria”, ha dicho el senador demócrata Ron Wyden, que forma parte del Comité de Inteligencia que investiga el Rusiagate.

OPOSICIÓN

Ahora que la propuesta se ha publicado, arranca la movilización para frenarla, y el mismo jueves se registraron protestas ciudadanas en los pasillos del Senado. Se vive, no obstante, una carrera contra el reloj, porque los líderes republicanos quieren pisar el acelerador para votar la semana que viene, antes de que el Congreso entre en su receso veraniego.

Esa parte del plan, no obstante, puede no funcionar. Los republicanos, con 52 senadores en una Cámara con 100, solo pueden permitirse dos votos internos en contra (porque ningún demócrata va a respaldar la propuesta) y contar con el voto del vicepresidente Mike Pence para alcanzar la mayoría. De momento, no obstante, ya hay cuatro ultra-conservadores que se niegan a aceptar el texto como está redactado, porque quieren que vaya aún más lejos en el desmantelamiento de 'Obamacare'. Cuanto más se debata, además, más tiempo habrá para que los republicanos moderados enfrenten la ira de los votantes en sus estados que se pueden ver afectados. Y la pueden anticipar.