El único campo de refugiados del mundo levantado en un desierto se halla en Tinduf (Argelia). Allí malviven, confinados, más de 120.000 saharauis, en un exilio forzado que ya dura 40 años, desde que fueron expulsados del Sáhara Occidental por Marruecos. El sufrimiento de estos refugiados, protagonistas de una de las crisis más prolongadas a nivel mundial, apenas tiene ya eco en los medios, y con frecuencia se la conoce como “la crisis olvidada”.

Rescatarla de este olvido fue el objetivo del director Miguel Ángel Tobías, que en el 2014 filmó ‘Gurba. La condena’, documental que aborda el conflicto político en el Sáhara Occidental y sus trágicas consecuencias para el pueblo saharaui. La película, narrada por el actor Imanol Arias, fue exhibida este miércoles en Cornellà (Barcelona), en una proyección patrocinada por la Fundación Agbar y el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR).

A través de testimonios personales, la cinta desvela la extrema dureza de las condiciones de vida de un pueblo condenado a sobrevivir lejos de su tierra. “Lo que más me impactó fue la dureza del clima y la falta de agua. Hay personas que llevan viviendo allí 40 años y no han visto más que desierto y cielo. Y luego, el compromiso saharaui de no rendirse jamás, incluso en el caso de las personas mutiladas por minas”, recuerda Tobías.

La cinta desvela la realidad desconocida de las minas, la desnutrición infantil y las enfermedades mentales que sufren miles de exiliados en Argelia

La película fue filmada principalmente en Tinduf, pero también cuenta con imágenes rodadas con cámara oculta en El Aaiún, en los territorios ocupados por Marruecos, vetados a la prensa. Junto a las minas y los mutilados por ellas, el filme descubre también la realidad desconocida de las torturas. “En la película se habla de ellas y también se ven, aunque tuve que montar las imágenes para suavizarlas. Eran demasiado fuertes”, confiesa el director.

TORTURAS Y PERSECUCIONES

A lo largo de la película, numerosos testigos explican casos de torturas y persecuciones, y de estancias en cárceles en las que a diario se vulneran los derechos humanos. Algo que, según Tobías, contrasta con el “sorprendente hecho” de que la misión de la ONU en la zona, laMinurso, “es la única de 15 misiones de paz en el mundo que no puede velar por los derechos humanos”, afirma.

Otras consecuencias graves del destierro saharaui son la desnutrición infantil o las enfermedades mentales. “Es algo de lo que no se habla, pero el daño psicológico en los exiliados es muy grave. Entre el 30% y el 35% padecen depresión en estado latente, como consecuencia del largo exilio, la separación familiar, las enfermedades... Ni siquiera pueden despedirse de los que mueren al otro lado”, explica Tobías.

DESTROZOS EN LLUVIAS INUSUALES

La situación en los campamentos de Tinduf, lejos de mejorar con el tiempo, empeoró luego de rodar la película. El pasado otoño, fuertes lluvias e inundaciones inusuales para la época destrozaron casas de adobe, tiendas, hospitales y colegios y afectaron a miles de refugiados, por lo que las agencias humanitarias demandaron a la comunidad internacional una ayuda de emergencia que solo se cubrió en el 50%. “Según el ACNUR, necesitan 26 millones de euros y solo han recibido 13”, lamenta Miguel Ángel Tobías.