Será una guerra larga y cruenta, un enfrentamiento tanto de ideologías como de cuestiones prácticas, y también un combate de mensajes, una batalla en la que los ciudadanos estadounidenses pueden ser algo más que testigos. Y ha comenzado. La reforma sanitaria, el principal logro legislativo de Barack Obama, es la primera diana en la que han puesto su mira tanto los republicanos que controlan el Congreso como el presidente electo, Donald Trump. Y a la espera de que Trump cumpla la promesa, reiterada este miércoles en Capitol Hill por su vicepresidente, Mike Pence, de que usará el poder ejecutivo en cuanto jure el cargo el 20 de enero para empezar a derogar la ley, los senadores conservadores han emprendido la embestida. Obama y los demócratas también han empezado a organizar la defensa.

Desde que en la primavera del 2010 los demócratas, que entonces controlaban el Congreso, aprobaron la norma conocida popularmente como Obamacare y formalmente bautizada como ley de cuidado accesible (ACA por sus siglas en inglés), los republicanos se marcaron como objetivo “derogarla y reemplazarla”. Cuestionando como otro exceso gubernamental una ley que entre otras cosas ha obligado a tener un seguro, ha creado subsidios para las familias de ingresos medios y ha expandido la cobertura pública para los pobres (Medicaid), los conservadores la han retado desde los estados que controlan y en los tribunales, así como en el Congreso.

Con Trump listo para entrar en el 1600 de Pensilvania Avenue, se elimina el freno que han tenido en el Despacho Oval y el objetivo de la revocación está ahora a su alcance. Pero también empieza a quedar de manifiesto que ni la abolición ni, sobre todo, el reemplazo, son tan fáciles como un eslogan. Y crece la conciencia de los riesgos políticos que puede tener deshacer una ley que, pese a sus múltiples imperfecciones, ha dado cobertura médica a 20 millones de estadounidenses que no la tenían, ha impedido a las agencias de seguros rechazar a personas con condiciones médicas preexistentes o ha permitido a los jóvenes extender hasta los 26 años su cobertura en los seguros de sus padres.

OBAMA LLAMA A LA LUCHA

En la que posiblemente sea su última visita al Congreso, Obama ha acudido este miércoles a Capitol Hill para hablar con los líderes demócratas de cómo pueden proteger la ley. Según algunos de los participantes, ha lanzado un mensaje de “humildad”, pidiéndoles que no se cierren a escuchar las posibles propuestas que tengan los republicanos. Pero, sobre todo, les ha pedido que tengan “confianza” en las bondades del Obamacare y les ha animado “a pelear” en defensa de la ley.

“Debemos asegurarnos de que no se reducen ni los beneficios para la gente ni el número de personas que se benefician”, ha explicado la líder demócrata en la Cámara baja, Nancy Pelosi. Y latentemente hacía alusión a cálculos como el del Urban Institute, que estima que una derogación de la ley podría dejar a 30 millones de estadounidenses sin cobertura médica.

Al mismo tiempo que el presidente mantenía su reunión, el vicepresidente electo Pence, rodeado por varios asesores de Trump, se encontraba con los republicanos y presentaba también su estrategia, prometiendo una vía doble con acciones ejecutivas y legislativas. “La primera orden del día será mantener nuestra promesa de derogar el Obamacare y reemplazarlo por una reforma sanitaria que rebaje los costes del seguro sin hacer crecer el tamaño del Gobierno”, ha dicho Pence, quien ha prometido una transición “ordenada y suave”.

GUERRA DE MENSAJES

Aunque la batalla legislativa ha arrancado este mismo miércoles, con los republicanos iniciando en el Senado un procedimiento con el que podrían anular partes de la ley con mayoría simple (en un proceso que puede durar meses e incluso años), la contienda va a tener otro escenario vital, el de la opinión pública. En ese territorio hay un arma extremadamente relevante: el mensaje. Y al menos de momento ahí los demócratas llevan ventaja.

Aunque en la rueda de prensa republicana el speaker (líder de la Cámara baja), Paul Ryan, ha asegurado que tienen “muchas ideas” para reemplazar el Obamacare, esas ideas no han sido explicadas ni detalladas públicamente. Y es un flanco débil que aprovechan los demócratas, que saben que será responsabilidad de los conservadores explicar ante ciudadanos (y votantes) los potenciales problemas si los cambios en la ley dejan a gente sin seguro, empeoran su cobertura o eliminan provisiones populares.