"Los amigos son los peores enemigos". La cínica apreciación sobre los tinglados de la política salió de la boca del presidente Frank Underwood (Kevin Spacey), en la serie 'House of Cards'. Underwood podría repetirla ahora al ver cómo se las gastan los barones del Partido Conservador británico en la campaña del referéndum sobre la permanencia en Europa.

Enfrentamientos internos, cada vez más abiertos yvitriólicos, están acabando con la disciplina necesaria de un partido en el poder, que aspira a seguirlo estando ahí. Los ataques se han vuelto tan personales, que hacen presagiar ajustes de cuentas,represalias y purgas. “Una batalla continua en el partido puede abrir heridas que necesiten una generación para sanar”, ha advertido alarmado el antiguo líder de los 'tories' y exministro de Exteriores, William Hague.

Seis ministros del Gobierno hacen campaña por el Brexit y se estima que están respaldados por un tercio de los 330 diputados con que cuentan los conservadores.Si la caida por la pendiente continúa, sea cual sea el resultado de la consulta el 23 de junio, la reconciliación será imposible.

El veneno de la campaña alcanza incluso a amistades íntimas, como la que existía entre las esposas de David Cameron y elministro de Justicia, Michael Gove, hasta que sus respectivos maridos acabaron en campos opuestos de la batalla europea. En el pasado las dos familias vivían cerca, se frecuentaban y habían pasado incluso vacaciones juntas. Hace unos días Samantha Cameron y Sarah Vine -que es columnista del 'Daily Mail' y madrina de la hija menor del primer ministro- coincidieron en una fiesta de cumpleaños. Los presentes cuentan que ambas se enzarzaron en una pelea. Samantha -que en público intenta parecer modosita y no da un paso en falso- acusó a Sara de “traición” y las dos acabaron elevando la voz y lanzándose maldiciones.

La anécdota es reveladora de la tensión que reina en la galaxia Tory. Cameron lanzó uno de los primeros misiles, cuando en la Cámara de los Comunes sugirió que el alcalde de Londres,Boris Johnson, había abrazado el Brexit, por interés personal, con la vista puesta en el liderazgo del Partido, ambición, por otra parte, evidente. “Yo no tengo otra agenda”, afirmó el primer ministro.

"QUE SE VAYAN A COREA DEL NORTE"

Johnson ha respondido despreciando de mala manera los argumentos de Cameron sobre la permanencia, acusándole de decir “chorradas” y no haber cumplido las promesas de limitar la inmigración. El ministro de Finanzas, George Osborne, ha contratacado tachado a sus colegas del Brexit de, “iletrados en materia económica”. El exprimer ministro John Major, que sufrió en sus carnes las dentelladas de los euroescépticos, ha propuesto a los que alzan la bandera nacionalista y patriótica para cerrar las fronteras, que “se vayan a Corea del Norte”, si quieren “una soberanía sin diluir”.

Los conservadores defensores del Brexit protestaron furiosamente por el uso de 11,5 millones de euros de dinero público en folletos informativos del Gobierno sobre las ventajas de la UE, que son “propaganda sesgada hacia un lado”, según Gove.

La reciente intervención de Barack Obama amenazando al Reino Unido con ponerle “al final de la cola”, en las negociaciones comerciales con Estados Unidos fue “una injerencia intolerable”, de un presidente “medio keniata”, como dijo Johnson. Lo ajustado de los sondeos, con los votos “in” y “out” prácticamente empatados, hace que las querellas hayan ido a más. Los dos bandos ven posible la victoria, pero si la ferocidad se incrementa, el cisma será inevitable.

“Los 'Tories' tendrán que enfrentarse a las consecuencias en el partido, ya se vote a favor de la permanencia o de la salida, y tendrán que trabajar unidos, sea cual sea el resultado”, ha recordado elexministro Hague, pidiendo calma y compostura.

“El referéndum puede romper a los 'Tories'”, ha escrito Philip Stephens, el jefe de política del 'Financial Times'. “Esta guerra civil puede destruir uno de los partidos políticos más exitosos y duraderos, que ha visto el mundo”, confirma Philip Johnston del'Daily Telegraph', el diario asociado a los conservadores, que por primera vez han sido superados en popularidad por el partido laborista de Jeremy Corbyn.