Las espaldas siguen en alto y, de momento, es el discurso belicista el que manda entre el presidente estadounidense, Donald Trump, y el líder norcoreano, Kim Jong-un, que dice ya tener listos los misiles con cargas nucleares que apuntan a la isla de Guam, territorio que administra Washington. Un clima tenso y en extremo peligroso. Estas son parte de las claves del conflicto.

1.- ¿Qué esconde la actitud belicista de Kim Jong-un?

Corea del Norte acumula décadas en estas dinámicas de tensión de las que siempre sale un minuto antes de que la cuerda se rompa a cambio de acuerdos internacionales. Pionyang no tiene interés en las antiguas conversaciones a seis (junto con ambas Coreas, China, Rusia y Japón) sino en sentarse con Washington. Es previsible que sus líderes exijan garantías de que Estados Unidos respetará su soberanía y se abstendrá de atacarla, el reconocimiento del estatus de nación nuclear, el levantamiento de las sanciones económicas aprobadas por la ONU y la negociación del Tratado de Paz que sustituya al armisticio que rige desde el final de la guerra en 1953. Es poco probable que Washington acceda a retirar sus miles de tropas acuarteladas en Corea del Sur.

2.- ¿Por qué sube el tono de sus amenazas ahora?

Corea del Norte está exprimiendo el rédito de los avances de su programa nuclear. Desde que en 2006 practicó su primer ensayo nuclear, su objetivo siempre ha sido dotarse de un misil que pudiera golpear suelo estadounidense para forzar a Washington a negociar. Kim Jong-un prometió en enero que antes de fin de año probaría un misil intercontinental y ya ha realizado dos lanzamientos a pesar de que Trump prometió impedirlo. Los expertos aseguran que Pionyang aún no domina la tecnología para miniaturizar la ojiva ni para resistir las vibraciones de la reentrada en la atmósfera, pero la sensación de amenaza inminente se ha acrecentado en Washington y ha permitido a Pionyang subir la apuesta. La participación de la Casa Blanca por primera vez en la guerra retórica norcoreana también ha contribuido a subir la tensión.

3.- ¿Qué ha llevado a Trump a responder en términos de guerra?

Es imposible responder con certeza pero su escalada retórica parece premeditada e indica que el presidente y su equipo de seguridad nacional abandonan la línea de “paciencia estratégica” de Barack Obama ante la probada aceleración de Pionyang hacia su transformación en un poder nuclear y con capacidad de que sus misiles alcancen suelo estadounidense. Trump parece haber decidido que la única forma de resolver el tema es trasladar la sensación inmediata de una crisis con el potencial de escalar y aumentar la presión no solo económica sino también la militar y la retórica. En su planteamiento juegan también un papel aspectos de política nacional y de imagen. Hace una semana que casi no se habla del ‘Rusiagate’ ni de los problemas de su Administración. Y Trump, que en febrero proclamaba “tenemos que volver a ganar guerras”, quizá está pensando en el aplauso dominante que recibió en abril tras tomar la cuestionable decisión de bombardear una base militar siria.

4.- ¿Puede Kim Jong-un llegar a cumplir sus amenazas y lanzar los misiles?

Es habitual presentar equivocadamente a los líderes norcoreanos como lunáticos imprevisibles. Toda su política responde a asegurar su supervivencia física y de su programa nuclear sólo esperan que les evite acabar como otros dictadores hostiles a Occidente como Sadam Husein o Gadafi. La paradoja de su programa nuclear es que nació para no ser utilizado nunca. En esa lógica de supervivencia a toda costa, un ataque a Estados Unidos sería suicida. Corea del Norte sabe que perdería sin remedio la guerra contra un país que gasta en Defensa más que la suma de los siete siguientes. El riesgo es que alguno de sus lanzamientos no caiga donde había planeado y el error provoque la guerra.

5.- ¿Hay algún tipo de movimiento militar de EEUU que indique que se está preparando para la guerra?

No. Pese a la retórica belicista el Pentágono ha informado de que no está movilizando tropas ni enviando más barcos o aviones hacia la península coreana (más allá de para unos ejercicios conjuntos con Seúl entre el 21 y el 31 de agosto que son anuales y estaban organizados desde antes de la crisis). Tampoco se han puesto en marcha planes para evacuar a los cerca de 130.000 estadounidenses que viven en Corea del Sur, donde están desplegados más de 29.000 de sus militares. Asimismo, no se ha detectado en Corea del Norte ningún movimiento militar que apunte a un ataque inminente. Aunque el viernes Trump retuiteó un mensaje del mando militar en el Pacífico asegurando que los bombarderos B-1B Lancer en Guam están listos para la misión #FightTonight, ese es el eslogan de las fuerzas estadounidenses en Corea y lo han usado también presidentes como Barack Obama y George Bush.

6.- ¿En el caso de ataque norcoreano, cuál podría ser la respuesta de EEUU?

Hay varios escenarios. El primero es que si se detectaran movimientos que apuntaran a la intención de Pionyang de cumplir sus planes de atacar Guam o a aliados Estados Unidos podría lanzar un ataque preventivo. La idea sería enviar a Kim Jong-un el mensaje de “cesar y desistir” pero se correría el riesgo de que respondiera con ataques a Seúl y Tokio o que ordenara a sus tropas cruzar la zona desmilitarizada. EEUU podría optar también por usar el escudo de misiles THAAD para derribar cualquier misil lanzado por Corea del Norte, pero corre el riesgo de que el sistema defensivo falle. Si Pionyang ataca Guam Washington también podría responder con un ataque rápido y masivo para tratar de destruir tanto el arsenal de misiles norcoreano como el nuclear pero todos los expertos alertan del alto nivel de protección de ambos arsenales y de los graves riesgos que conllevaría no lograr destruirlos por completo. Otro de los escenarios ante un ataque norcoreano sería empezar una guerra completa en Corea del Norte, con invasión incluida.

7.- ¿Qué papel está jugando China en la crisis?

La extendida idea de que China podría solucionar el problema norcoreano mañana si se lo propusiera es falsa. Influye la ignorancia o, en el caso de Trump, la necesidad de culpar a Pekín de sus propios fracasos. Pionyang ha ignorado todas las súplicas chinas para volver a las negociaciones internacionales y jubilar su programa nuclear. Es conocido el odio que siente el presidente chino, Xi Jinping, por Kim Jong-un, al que nunca le ha dado audiencia. El líder norcoreano, por su parte, ha ejecutado a todos los miembros de su Gobierno que mantenían lazos con Pekín. China ha firmado las últimas condenas y sanciones económicas contra Pionyang en la ONU, lo que ha provocado que la prensa norcoreana recordara que su territorio también está a tiro de sus misiles.

8.- ¿Que capacidad tiene EEUU para influenciar y presionar a China?

En una entrevista en abril en la que habló de su reunión con Xi Jinping en Mar-a-Lago Trump reconoció que había entendido que China no tiene tanto poder para influir en Corea del Norte como él había pensado. Aun así, la línea que ha mantenido tanto antes como después de esa confesión es presionar a Pekín. El viernes los dos líderes hablaron por teléfono y, según la versión de la Casa Blanca, reforzaron su compromiso con la desnuclearización de la península coreana y estuvieron “de acuerdo en que Corea del Norte debe detener su comportamiento provocativo y de escalada” (aunque según la versión del gobierno chino Xi pidió también a Washington “contención y no tomar ninguna acción que agrave las tensiones”). La relación de Trump con Xi, además, puede tensarse. El lunes Trump va a firmar un memorando ejecutivo para que se investigue si China está violando normas comerciales, un paso que iba a dar a principios de agosto pero que pospuso la víspera de la votación de sanciones a Corea en la ONU (que China apoyó). Aunque será un proceso largo, podría acabar en la imposición de sanciones y en una guerra comercial.

9.- ¿Quién apoya en EEUU la gestión que hace Trump de la crisis?

Desde que el martes Trump escaló la retórica bélica ha escuchado dentro de Estados Unidos numerosas críticas de expertos políticos, políticos demócratas e incluso algunos republicanos, como el senador John McCain. Pero Trump también tiene apoyos. Miembros de su Administración como el secretario de Estado, Rex Tillerson, el de Defensa, James Mattis, y la embajadora ante la ONU, Nikki Haley, han asegurado que sus mensajes más diplomáticos, aparentemente contradictorios, no lo son en realidad y forman parte de una campaña de presión que tiene múltiples frentes. La retórica belicosa esta también animada por asistentes y altos cargos de la Casa Blanca como Steve Bannon, Stephen Miller y Sebastian Gorka. Y Trump ha satisfecho a muchos ciudadanos de la base más conservadora, que aplauden su tono.

10.- ¿Cómo se vive la crisis en Corea del Sur?

Cualquiera que visitara Seúl estos días se sorprendería por la capacidad de sus 25 millones de habitantes de abstraerse de la amenaza norcoreana. La población se ha acostumbrado a vivir escuchando las promesas del vecino de convertir su ciudad en un “mar de fuego”. Entre los locales incluso abundan los chistes sobre el miedo que sí sienten los extranjeros. Seúl cuenta con 3.200 de los 19.000 refugios subterráneos del país, muchos en aparcamientos o líneas de metro, pero la mayoría de la población ignora dónde están. El único ataque de Pionyang con artillería a suelo surcoreano en estas décadas de promesas de destrucción se produjo en 2010 en la isla de Yeongpeong, en la que murieron dos militares y dos civiles.