Cuba tiene desde este jueves, por primera vez en casi 60 años, un nuevo presidente, Miguel Díaz-Canel, que no es un Castro, ni viste de general, ni es un «histórico» que asaltó el cuartel Moncada o vino en el yate Granma o se alzó en la Sierra Maestra contra el dictador Batista, pero tampoco ocupa, como lo fue hasta ahora con Fidel Castro primero y luego seguido por su hermano Raúl, el cargo decisivo de secretario general del Partido Comunista de Cuba (PCC), el verdadero y real hombre fuerte de la isla.

Ese fundamental cargo se conserva en manos del general de cuerpo de Ejército, Raúl Castro, hasta el 2021, cuando tenga lugar el octavo Congreso del PCC, único partido político de la isla, y, según él mismo adelantó, cese en sus funciones para ceder el paso a las nuevas generaciones nacidas con la Revolución, como es el propio caso de Díaz-Canel. Para entonces, concretamente en junio de ese año, Raúl Castro cumplirá 90 años y quizá por eso, en su discurso de despedida, atípico por elocuente, espontáneo, largo y al parecer el más medular de cuantos ha hecho públicos hasta ahora, añadió un «si la salud me acompaña».

El cargo de jefe del partido y su Buró Político son elegidos por el Congreso del partido comunista de Cuba. Por lo que ambos son más determinantes que la propia Asamblea Nacional o Parlamento, y más que el presidente de los Consejos de Estado y de Ministros. No les vota la ciudadanía, solo sus militantes, que son más de 500.000 personas en representación de una población superior a los 11 millones de habitantes. Es decir, el 4,5% de la ciudadanía.

«VANGUARDIA ORGANIZADA» / Así lo establece la Constitución cubana vigente desde 1976, que define al PCC como la «vanguardia organizada de la nación cubana, fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista».

En su primer discurso como presidente, el recién elegido Díaz-Canel lo dejó claro en más de una ocasión: nada de transición y sí de continuidad.

«El pueblo ha entregado a esta legislatura el mandato de continuidad de la Revolución», afirmó. Si hoy se pregunta al cubano de a pie sobre el nuevo parlamento y su nuevo presidente, seguro que respondería con una frase contenida en un bolero por el cubano Panchito Riset: «El cuartico está igualito».