Kent Whitaker había perdonado a su hijo Thomas ‘Bart’ antes incluso de saber que su vástago era el responsable de la muerte de su esposa, Tricia, de su otro hijo, Kevin, y del tiro que dejó una bala a 15 centímetros de su corazón y estuvo a punto de costarle a él la vida la noche del 10 de diciembre de 2003. Ya en la cama del hospital decidió abandonar el deseo de venganza y dejar el tema "en manos del Señor". Pero este jueves logró también que a su hijo le perdonara el gobernador de Tejas, el republicano George Abbott, que en su primer acto de clemencia en el poder tras 30 ejecuciones frenó la de Whitaker media hora antes de que tuviera lugar y la conmutó por una condena a cadena perpetua sin opción a libertad condicional.

Nadie pone en duda de la culpabilidad de Whitaker. Él mismo se reconoció "100% culpable" en su juicio en 2007, cuando contó cómo puso en marcha un plan para que un compañero de piso asesinara a su familia con la idea de cobrar una herencia que calculó en un millón de dólares. Pero en la decisión de Abbott ha pesado más el argumento del padre de que sería "victimizado" de nuevo si el estado mataba al único miembro vivo de su familia inmediata.

El dolor de la víctima

El gobernador ha seguido la recomendación unánime dictada el martes por un grupo de expertos de prisiones que estudió el caso, y que se planteó: "¿Debe haber clemencia cuando una ejecución puede ser justicia para un crimen perverso pero a la vez agravaría el sufrimiento y dolor de la víctima que queda?” Y su decisión fue celebrada tanto por el padre como por el hijo.

“Estoy agradecido por la decisión, no por mí sino por mi padre”, dijo en un comunicado Thomas ‘Bart’ Whitaker, que ahora tiene 38 años. “Cualquier castigo que pudiera haber recibido o reciba es justo. Merezco castigo por mi crimen pero mi padre no hizo nada mal. El sistema ha funcionado para él hoy2.

No todo el mundo está de acuerdo con la decisión. La fiscalía siempre buscó la pena de muerte, aunque quién realizó los disparos fue sentenciado a cadena perpetua y otro amigo cómplice de Whitaker recibió una pena de 15 años de cárcel a cambio de testificar contra el cerebro de la trama. Tanto el actual fiscal del distrito de Tejas como el que dirigió la acusación en el juicio desmienten al padre cuando asegura que la familia de su esposa asesinada también quería la clemencia.

La de Whitaker no fue la única ejecución paralizada el jueves, que con otras dos previstas en Florida y Alabama estaba llamado a convertirse en el día con más ejecuciones desde 2010 en EEUU. Se suspendió también la de Doyle Lee Hamm pero en circunstancias muy diferentes. El hombre de 61 años, condenado a morir por matar al recepcionista de un motel hace tres décadas durante un robo, pasó más de dos horas en la camilla mientras el personal buscaba inútilmente sus venas.

La ejecución de Eric Branch en Florida, condenado por la violación y asesinato en 1993 de una estudiante, se llevó a cabó. Fue la primera del año en el estado, la cuarta de 2018 en EEUU.