Barack Obama se ha enfundado este miércoles su uniforme de comandante en jefe de las tropas de Estados Unidos y ha intentado enterrar definitivamente la idea de un potencial uso de tropas de tierra en combate en Irak o Siria contra el Estado Islámico, una posibilidad que puso sobre la mesa el martes el general Martin Dempsey, presidente de la Junta de Jefes del Estado Mayor.

“Las fuerzas estadounidenses desplegadas en Irak no tienen y no tendrán una misión de combate”, ha declarado el presidente Obama en un discurso ante los soldados de la base de MacDill en Florida, donde ha prometido que Washington no se va a embarcar “en otra guerra de tierra en Irak”.

El discurso de Obama, prácticamente una repetición del que ofreció el miércoles pasado a la nación anunciando su estrategia para la “campaña antiterrorista”, pretende acabar con la especulación desatada después del testimonio de Dempsey ante el Congreso. El militar no anunció una intervención segura pero si barajó que los “asesores militares” desplegados en Irak y Siria participaran en misiones sobre el terreno si los ataques aéreos aprobados no conseguían los objetivos. Frente a esa tesis Obama ha insistido esta mañana en que la misión es distinta esta vez.

“Tras una década de conflicto es más efectivo usar nuestras capacidades para apoyar a nuestros socios a pelear por su propia tierra”, ha dicho en referencia a la alianza con los iraquís contra el EI. “Lideraremos una amplia coalición de países que se juegan algo en este esfuerzo (..) No estamos haciendo esto solos”, ha dicho, enumerando también la cooperación internacional de “más de 40 países”.