La declaración de Roma, con la que los 27 Estados miembros quieren conmemorar el próximo 25 de marzo el 60 aniversario de la firma del Tratado que dio origen a la integración europea, empieza a tomar forma. El texto, en el que trabajarán este viernes los líderes europeos durante una reunión informal con la única ausencia de Theresa May (tampoco asistirá a la cumbre en la capital italiana), asume que la realidad política europea ha dado un giro de 180 grados, con “conflictos regionales”, “terrorismo”, “una creciente presión migratoria”, “proteccionismo” y “desigualdades sociales y económicas” que les obligan a actuar para “garantizar a los ciudadanos tanto seguridad como nuevas oportunidades”.

El borrador de trabajo, al que ha tenido acceso EL PERIÓDICO, ha sido elaborado por los presidentes del Consejo Europeo (Donald Tusk), el primer ministro de Italia y anfitrión de la próxima cumbre (Paolo Gentiloni), el presidente de turno de la UE y primer ministro de Malta (Joseph Muscat), así como por el presidente de la Comisión Europea (Jean-Claude Juncker). Los cuatro serán los encargados de introducir este viernes un breve debate en el que se espera que todas las delegaciones digan lo que gusta y lo que no.

HOJA DE RUTA

El texto constata los logros cosechados durante los últimos sesenta años, alertan de los retos que tienen por delante y proponen una hoja de ruta para los próximos 10 años basada en cuatro compromisos: más seguridad, más prosperidad, más progreso social y más peso en el mundo. Para empezar, una Europa más segura capaz de garantizar a sus ciudadanos “la libertad de movimientos”, “fronteras exteriores seguras”, “determinación en la lucha contra el terrorismo” y una inmigración gestionada de “forma humana y efectiva”.

En segundo lugar, una Europa más próspera que cree crecimiento y empleo y en el que las economías converjan. En tercero, una Europa más social que promueva “el progreso económico y social”, “oportunidades para todos”, “los jóvenes reciban la mejor educación y formación posible” que les permita encontrar “empleos en el continente” y que “preserve la diversidad cultural”. Y, por último, una Europa que asuma sus responsabilidades en el mundo, refuerce “su seguridad y defensa” y proteja el multilateralismo.

UNIDAD PERO A VARIAS VELOCIDADES

La pelea, sin embargo, no estará en los objetivos sino en cómo llegar a hacerlos realidad. Y el texto empieza a arrojar muchas pistas. “Estamos determinados a hacer de la UE más fuerte y más resistente” y para ello “necesitamos mostrar una mayor unidad y solidaridad entre los Estados miembros” porque “la unidad es una necesidad, no una opción”, subrayan rechanzado los individualismos. Aunque no mencionan el brexit ni sus consecuencias, el texto sí deja claro que “permanecer unidos es nuestra mejor oportunidad” para ser influyentes en el mundo y defender los intereses y valores comunes.

Una unidad que, tal y como defendieron el lunes los cuatro grandes países de la UE en la minicumbre de Versailles (Alemania,Francia, Italia y España), no significa uniformidad. El borrador también se hace eco de esa idea. “Tenemos que trabajar juntos para promover el bien común” pero “bajo el entendimiento de que algunos de nosotros podemos avanzar de forma más estrecha, más lejos y más rápido en algunas áreas”, dice el texto a debate mañana sobre la Europa a la carta que defiende el eje franco-alemán para evitar en el futuro la parálisis de la unión.

Una Europa a varias velocidades que deje “la puerta abierta” a aquellos que quieran sumarse más adelante y que mantenga la integridad del mercado único, el espacio de libre circulación de Schengen y la Unión Europea en su conjunto. En definitiva, “una unión unida e indivisible que actúe junta siempre que sea posible, a diferentes ritmos e intensidades cuando sea necesario”, proclama el texto que animará el debate entre los 27 jefes de estado y de gobierno este viernes.