Tras días de temporal, el Mediterráneo vuelve a estar en calma. Con permiso, pues, de la meteorología, zarpa el ‘Golfo Azzurro’ desde el puerto de Bezzina, en Malta, a aguas internacionales frente a la costa libia. Por delante, 22 horas de navegación hasta llegar a lazona SAR (Search and Rescue).

Encara así la tripulación del barco de rescate de inmigrantes de la oenegé Open Arms su cuarto día de la misión número 11 en aguas del Mediterráneo central. Estibar -nada puede quedar suelto- y biodramina son las palabras más escuchadas en el pesquero medicalizado mientras se busca una solución para una avería inesperada e importante del motor.

Preparado para llevar un gran lastre de hielo y maquinaria para conservar pescado y liberado ahora de su cometido inicial, el barco se mueve hasta el punto de que, incluso la gente de mar, no está exenta de echar hasta la primera papilla. Hasta 40 toneladas menos de peso lleva la embarcación. El cargamento de pastillas contra el mareono es, pues, nada despreciable, teniendo en cuenta que muchas veces los inmigrantes rescatados también las necesitan.

Empieza la navegación. El 'Golfo Azzurro' y las dos barcas neumáticas de de rescate -'RHIB'- salen del puerto maltés en una tarde soleada. Y con la navegación empiezan las guardias. Equipos de tres personas rotan cada tres horas para otear el horizonte a la búsqueda de barcazas. No queda ni un minuto del día desprotegido sin nadie en el puente.

"MUCHA PSICOLOGÍA"

Ya en alta mar, Albert Mayordomo, patrón y socorrista veterano, inicia su explicación sobre cómo gestionar un rescate. "Hay que aplicar mucha psicología", arranca para añadir: "Son personas que llevan muchas horas en el mar, pueden estar muy alteradas, nerviosas, con miedo, incluso pánico, y hay que actuar en consecuencia".

El primer contacto debe producirse a dos metros de la embarcación. Nunca más cerca. "No somos libios ni de la policía, somos una organización humanitaria", es el mejor saludo siempre a una distancia mínima prudencial. Frases estandarizadas, cortas y directas.

Una vez conseguida la tranquilidad del grupo, hay que localizar al 'alfa', el hombre líder con el que interactuar para dar instrucciones que él, a su vez, transmitirá al resto del grupo. "La voz debe ser firme, ni alta ni baja, acompañada de un lenguaje corporal también firme", explica Albert para añadir: "Los alborotadores se quedarán los últimos así los que, una vez repartidos los chalecos se tiren al agua para alcanzar antes la embarcación. Jamás se inicia un rescate en una situación de pánico o máxima excitación de las personas a rescatar.

El 'Golfo Azzurro' ya se encuentra en alta mar cuando se pone el sol. El espectáculo es impagable pero no puede disfrutarse en toda su magnitud. El barco bandea a sus anchas, sin piedad. Empieza la fiesta de la biodramina.