Más de 7.000 personas se manifestaron ayer en Ajaccio, la capital de Córcega, para exigir al Gobierno francés «respeto y democracia para el pueblo corso». La movilización tenía un objetivo claro: convencer al presidente francés, Emmanuel Macron, que viajará a la isla la próxima semana, de abrir el diálogo con los dirigentes locales sobre sus principales reivindicaciones.

«Córcega conoce hoy una situación histórica. Está firmemente decidida a cambiar eligiendo el camino de la democracia, el desarrollo y la paz (…) Durante las elecciones de diciembre de 2017, el pueblo corso reafirmó con fuerza su deseo de poder construir su futuro (…) Esta elección democrática es, en el momento en que publicamos este texto, pisoteada por el Estado». Con este llamamiento, el colectivo Demucrazia è Rispettu Pè u Populu Corsu (Democracia y Respeto para el pueblo Corso), que reúne a sindicatos, asociaciones y diferentes movimientos nacionalistas, invitó a los ciudadanos corsos «a cambiar, mediante una movilización popular, masiva y pacífica, esta situación».

La convocatoria contaba con el respaldo de Guilles Simeoni, presidente del Gobierno local, y Jean-Guy Talamoni, presidente de la Asamblea corsa. Tras su reciente visita a París, el diálogo parece estar en punto muerto.