La política alemana empieza a notar los ecos del atentado terrorista de Berlín que el pasado lunes causó 12 muertos y 48 heridos. Escasas horas después de que la policía italiana confirmara la muerte de Anis Amri, el tunecino de 24 años sospechoso de haber perpetrado el ataque embistiendo con un camión el mercado navideño de Breitscheidplatz, la cancillera Angela Merkel anunció que acelerará las deportaciones de inmigrantes para que no se vuelvan a producir errores como los que permitieron la tragedia.

En una comparecencia en la que se mostró «aliviada» por el desenlace de la persecución de Amri, la líder alemana aseguró que había hablado con el presidente tunecino, Beji Caid Esebsi, para que a partir de ahora se agilicen las deportaciones a este país, considerado seguro -por lo que no procede conceder asilo político a sus ciudadanos- bajo los estándares de asilo alemán. La reacción llegó después de que se diese a conocer que Amri había sido detenido por la policía el pasado verano pero que problemas burocráticos impidieron su deportación. El sospechoso era considerado «peligroso» por sus «vínculos con el Estado Islámico», pero el hecho de que no tuviese un pasaporte válido paralizó la operación. Los papeles de Amri llegaron a Alemania al día siguiente del atentado.

Aunque no quiso dar detalles, Merkel dejó la puerta abierta a cambios en sus políticas para evitar que se repita una tragedia como la que vivió Berlín el lunes por la noche. «Vamos a analizar si hay la necesidad de modificar medidas y aplicaremos esas modificaciones con rapidez», aseguró.

El gesto de Merkel, forzado por el atentado y la proximidad de las elecciones legislativas de septiembre del año que viene, en las que se juega su cuarto mandato consecutivo, responde a la presión y las duras críticas a las que ha sido sometida. Desde el lunes, la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU), sus aliados conservadores del sur, ha intensificado su constante petición de endurecer las políticas migratorias y de seguridad. Horst Seehofer, líder de la facción más dura, ha exigido infructuosamente en los últimos meses limitar la cifra de refugiados acogidos por el país y ahora se piden medidas como ampliar el tiempo de detención de los sujetos que deben ser deportados.

A la derecha de la derecha, la formación xenófoba Alternativa por Alemania (AfD) ha sido mucho más contundente utilizando el atentado para empezar su campaña electoral. Así, su reacción han ido desde pedir la implantación de controles fronterizos, lo que vulneraría el principio de libre circulación de la Unión Europea, hasta asegurar que las víctimas del ataque son «los muertos de Merkel».

El avance por el flanco de los populistas, que amenaza su hasta hace poco intocable posición política, ya llevó a la cancillera Merkel a endurecer su posición y a asegurar, el pasado 4 de diciembre, que debe prohibirse el velo integral «allí donde sea legal» hacerlo.