Reservado, paciente, meticuloso y discreto, Raúl nunca dejó de apoyar desde la sombra a su hermano mayor, Fidel. Como condenado a un eterno segundo plano, que pareció aceptar sin resquemor alguno, es menor y poco o nada tiene de la exuberancia, la creatividad y el don de palabra del comandante fallecido. Como si las características físicas también hubieran querido dejar claras estas diferencias, es más bajo de estatura y su fino bigote nada tiene que ver con la frondosa barba del líder de la Revolución cubana.

Pero sin hacer ruido, Raúl Castro, de 85 años, viudo y padre de cuatro hijos, ha sido la media naranja de su hermano y ha apuntalado con firmeza, entre bastidores, su apasionante andadura política. Juntos desde la cuna siguieron juntos en la persecución del sueño revolucionario. Juntos protagonizaron el fallido asalto al cuartel Moncada en 1953, juntos fueron a la cárcel, y juntos consiguieron su sueño cuando en 1956 zarparon desde las costas mexicanas a bordo del Granma. A la sombra del carisma desbordante de su hermano, Raúl se encargaba de una organización milimétrica y de tejer la telaraña de fieles.

Los expertos aseguran que, por aquel tiempo, Raúl representaba una línea más dura del socialismo que su hermano. Por su mediación, Fidel conoció al Che. Al frente de Defensa durante el largo mandato de Fidel, Raúl llevó las riendas de las Fuerzas Armadas, liderando incursiones en el corazón de África, desde Etiopía a Angola, en los 70 y 80. Y salió de detrás del escenario en el 2006, cuando el presidente renunció por motivos de salud.

El nuevo presidente inició cambios, pequeños pero significativos. Los que esperaban su pragmatismo se vieron algo decepcionados porque confiaban en una renovación más rápida y profunda. Empezaron a llegar los móviles y los ordenadores a la isla y se produjeron las primeras cesiones de tierra pública que no se utilizaba a campesinos privados y cooperativas para aumentar la producción de productos de alimentación. También aumentaron los sueldos. Hasta que en marzo del 2016, Obama rubricó con una visita a La Habana el inicio del deshielo con EEUU, que se traduce en menos restricciones para los viajes y el envío de remesas. A Raúl se le atribuye, a principios del 2010, el inicio de una remodelación del modelo socialista que se mira en el espejo chino para abrirse a las transacciones comerciales privadas.

Sin su fraternal media naranja, muchos dudan de que Fidel hubiera podido mantener encendida durante más de medio siglo la llama de la Revolución cubana.