En seis páginas de una carta que ya es historia, el Reino Unido anunció el miércoles su marcha de la Unión Europea. Theresa May, la firmante, notificaba al Consejo Europeo en el más exquisito lenguaje diplomático, el deseo de dar por concluidos 44 años de pertenencia a la UE. May indicaba en el documento los principios con los que el Reino Unido aborda la negociación. La primera ministra reclama que las discusiones de salida se desarrollen en paralelo a las del nuevo acuerdo entre los británicos y la UE, algo a lo que Bruselas se opone y que la canciller alemana, Angela Merkel, rechazó inmediatamente

“Pensamos que es necesario establecer los términos de nuestra futura asociación, al mismo tiempo que los de nuestra retirada de la UE”, escribe May. En tono que pretende ser conciliador y constructivo, la líder conservadora repite una y otra vez en el texto, que busca una nueva relación, “especial y más profunda” con la Unión Europea, una vez concluya el divorcio.

Pero la dureza de lo que será el duelo que ahora comienza queda apuntada cuando May no descarta que las negociaciones acaben sin acuerdo, aunque subraya, que ese no es el resultado que busca. May deja claro que, “eso debilitaría nuestra cooperación en materia de la lucha contra la delincuencia y el terrorismo”. Por tal razón, insiste, “debemos trabajar para evitar ese resultado”. La advertencia de May fue interpretada como una amenaza velada, por algunos diputados de Westminster y como “un chantaje”, por miembros de la UE.

En la alocución en la Cámara de los Comunes, casi simultánea a la entrega de la carta en Bruselas, la primera ministra hizo un llamamiento a la unidad de los británicos, “en un momento histórico”, “sin marcha atrás”. Reconoció que aceptar lo que se denominan las cuatro libertades de la Unión Europea, (libre circulación de personas, mercancías, servicios y capitales), “es algo incompatible con la voluntad democrática del pueblo británico, razón por la que el Reino Unido, abandonará el mercado común”.

Una incompatibilidad, advirtió, “que tendrá consecuencias para el país”. May se mostró sin embargo dispuesta a convertir el proceso en un éxito.“Vamos a tomar control de las cosas que más nos importan y vamos a tomar esta oportunidad para construir una Gran Bretaña más fuerte y más justa, un país del que nuestros hijos y nuestros nietos se sientan orgullosos de llamar su hogar”.

A pesar de que May se marcó como prioridad “reforzar la unión de las naciones que forman el Reino Unido”, las profundas divisiones generadas por el ‘brexit’ se hicieron palpables en los Comunes. Angus Robertson, el líder del Partido Nacional Escocés (SNP) en Westminster, advirtió a May que si “mantiene su intransigencia y niega a Escocia el decidir su futuro, hará que la independencia sea inevitable”.

La primera ministra, -afirmó- “cree que el ‘brexit’ traerá la unidad al Reino Unido. Yo no. En este asunto no hay un Reino Unido y la primera ministra necesita respetar las diferentes naciones del Reino Unido.