Para presionar a los líderes participantes en la conferencia de Naciones Unidas sobre el clima que arranca este lunes en París, más de 570.000 personas han desfilado a lo largo de las 2.300 marchas que han recorrido las principales ciudades de todo el mundo, según los primeros datos de la ONG Avaaz. Desde Sidney hasta Berlín, pasando Hong Kong o Londres, los ciudadanos han reclamado acciones concretas para detener el calentamiento global.

En Barcelona unas 2.000 personas salieron a la calle convocadas por el Movimiento por la Justicia Climática exigiendo un cien por cien de energías limpias, petición que colgaron en la fachada del Ayuntamiento. Y en Madrid la marcha reunió a unas 15.000 personas con lemas como “cambia de vida, no de clima”.

En París, las asociaciones ecologistas echaron mano del ingenio para sortear la prohibición de manifestarse y lograron formar una cadena humana que unió la simbólica plaza de la República con la plaza de la Nación en un ambiente pacífico y festivo. “Es hora de que el mundo se de la mano”, señaló Iain Keith, director de Avaaz. El recorrido atravesó el este de la ciudad pasando frente a la sala Bataclan, donde a las reivindicaciones en defensa del planeta se unía el recuerdo a las víctimas de los atentados yihadistas.

Los organizadores hablaban de más de 10.000 participantes, una cifra que la policía rebajó a 4.500. Con caretas de animales o mensajes perspicaces, los guiños a las amenazas del calentamiento global salpicaban la marcha vigilada de cerca por un omnipresente operativo policial. El lema más repetido era “es el clima el que está en estado de emergencia”, una crítica a las restricciones impuestas después de 13-N. “Bajad vuestras armas, solo queremos manifestarnos”, decía entre lágrimas Charlotte, una joven de Estrasburgo de 21 años.

"Bajad vuestras armas,solo queremos manifestarnos", decía entre lágrimas una joven

“El pueblo quiere expresarse y ver esta cadena humana ha sido súper emocionante. Hoy la gente no tiene miedo”, contaba Azarug Justel, un canario de 18 años. Desde Toulouse había viajado Alain, un escéptico activista de 51 años. “Hay que motivar a los líderes. Si no metemos presión, no harán nada”, aseguraba. “Liberar a los peatones encerrados en los coches”, podía leerse en una pancarta.

Una minoría violenta

La atmósfera sosegada que presidió el acto se rompió a media tarde cuando un grupo de activistas violentos, encapuchados y con la cara cubierta se enfrentó a la policía en la plaza de la República, provocando el enfado del resto de manifestantes. “No nos representan. No hemos venido aquí para esto”, denunciaba Marie, de 33 años.

El altercado se saldó con 208 personas detenidas, 174 de las cuales permanecían bajo arresto, según anunció el ministro del Interior francés, Bernard Cazeneuve, al final de la jornada. También el presidente François Hollande denunció unos incidentes “escandalosos” protagonizados por “elementos perturbadores que no tienen nada que ver con la defensa del medio ambiente”. Y lamentó que las flores y las velas depositadas en honor de las víctimas de los atentados, fueran pisoteadas durante los enfrentamientos.

Mientras, en la sede de la conferencia, situada en Le Bourget, al norte de París, los delegados de los 195 países que tendrán el reto de negociar un nuevo acuerdo sobre el clima iniciaron sus trabajos guardando un minuto de silencio por los fallecidos en la masacre yihadista. La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, se desplazó nada más aterrizar en París a la sala Bataclan en compañía de la alcaldesa Anne Hidalgo para rendirles homenaje.