La salida de la prisión de Leopoldo López volvió a poner en escena las profundas divisiones e incompatibilidades entre los protagonistas de la crisis política venezolana. Para el Gobierno, se trató de un gesto piadoso y una consecuencia de conversaciones que se realizan entre bambalinas con algunos dirigentes de la Mesa de Unidad Democrática (MUD). Sin embargo, la propia coalición opositora tomo la prisión domiciliaria del dirigente de Voluntad Popular (VP) como el fruto de la presión social en las calles y volvió a ocuparlas este domingo. La MUD ratificó a su vez su decisión de organizar el 16 de este mes una consulta popular por fuera del Consejo Nacional Electoral (CNE)para saber si los venezolanos aceptan o rechazan los comicios constituyentes de fines de julio. Diversos analistas coincidieron en señalar que si el chavismo ofreció a López como moneda de cambio para frenar esa iniciativa y obligar a la MUD a volver a sentarse a consensuar una salida negociada del empantanamiento político, es posible que se quede por ahora con las manos vacías.

El presidente Nicolás Maduro no dejó sin embargo de esperar un pronunciamiento del “señor Leopoldo” en favor de la paz. Elías Jaua, el hombre designado por el presidente para llevar adelante la Aamblea Constituyente, también le pidió a López que “asuma” elgesto “humanitario” del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) y “deje la violencia”. El ministro de Defensa, el general Vladimir Padrino López, atribuyó por su parte la liberación del líder de VP como el resultado del “esfuerzo sostenido” de Maduro en favor de la pacificación del país.

López había sido condenado en el 2015 a casi 14 años de prisión por instigación a las protestas contra Maduro que tuvieron lugar en 2014. La justicia lo encontró entonces responsable de los 43 muertosque dejaron esas semanas de desasosiego. López abandonó la prisión a los 46 años y con un llamado inequívoco a continuar las manifestaciones para forzar una salida electoral. Frente al argumento oficial de que había sido excarcelado de la cárcel de Ramo Verde por cuestiones de salud, López se trepó al muro de su casa y arengó a los simpatizantes que estaban en la calle. Por lo demás, el dirigente aseguró que está dispuesto a volver a su celda si corre peligro el plan de desalojar a Maduro del poder. Su defensa, en tanto, pidió que se anulen todos los cargos en su contra durante un proceso irregular.

DECONCIERTO EN EL CHAVISMO

Sectores del chavismo oscilan por estas horas entre la perplejidad y una moderada expectativa. Durante años les dijeron que López era un verdadero monstruo y ahora sienten que el Gobierno hizo una concesión por debilidad. “Una cosa es un llamado a la paz, el diálogo que busca la paz, y otra es liberar al autor intelectual de las 'guarimbas' (protestas) del 2014 en Venezuela, que buscaban formar el caos que desencadenara un golpe de Estado”, se quejó Ilka Oliva Corado, en el portal chavista Aporrea. Otros esperan sin embargo que López y su partido, VP, que expresan las posiciones más duras en la MUD, terminen de agrietar a la coalición. Ese horizonte por el momento no parece posible.

Maduro aprovechó la salida de López para volver a cargar contra su insospechada enemiga pública número: la fiscal Luisa Ortega Díaz, a quien le atribuyó los fundamentos de la condena que recibió el dirigente de VP en su momento. Ortega Díaz, que enfrenta el peligro de un juicio en su contra desde que impugnó la constituyente y otras medidas del TSJ, consideró que “no se puede usar a las personas privadas de libertad como si fuesen unos rehenes que pueden ser objeto de negociación”.

Lo cierto es que, al abandonar López la prisión de Ramo Verde, el Gobierno logró tener un respiro frente a la presión internacional. EEUU expresó su beneplácito por lo ocurrido. Lo mismo hicieron otros países de la región. Amnistía Internacional pidió no obstante que Maduro “deje de castigar a las personas por pensar diferente” y busque “soluciones factibles” para resolver la crisis.