Estrecha manos, saluda con besos en la mejilla a hombres y mujeres, se hace ‘selfies’ , guiña el ojo. Más como una estrella que como un político actúa Emmanuel Macron cuando se rodea de sus simpatizantes, el hombre que a sus 39 años se va a convertir en el presidente más joven de Francia tras un ascenso meteórico, con pocos parangones en la historia. Un éxito debe en buena parte a lacomunidad afectiva que ha construido con los votantes a través a de un discurso positivo que trufa de palabras como “mis amigos”, “nosotros”, “vosotros”, “futuro” “feel good”. El optimismo es su arma de seducción. La misma que en el 2008 también llevó a Barack Obama a la presidencia de Estados Unidos.

La seducción de un hombre joven, atractivo, inteligente que ha irrumpido en la política francesa con vientos de renovación, en el fondo y en las formas. “Ni de izquierdas, ni de derechas”, Macron ofrece un programa transversal que combina políticas liberales en lo económico con medidas sociales.Socioliberal es como ha bautizado la prensa francesa al próximo presidente del Elíseo, el hombre que es capaz de departir durante dos horas con los trabajadores de Whirpool en Amiens pero que cuando era ministro de Economía le soltó a un huelguista que “la mejor forma de comprarse un traje es trabajando”.

Macron debate con los trabajadores de Whirpool en Amiens. ERIC FEIDERBERG / AP

Fue en Amiens donde nació precisamente Macron el 21 de diciembre de 1977, en el seno de un matrimonio formado por dos médicos -neurólogo el padre, pediatra la madre-. Fue allí en una escuela jesuita donde se reveló como un estudiante brillante y fueallí donde conoció a la que más tarde iba a ser su mujer, Brigitte, de la que se enamoró cuando tenía 16 años y ella era su profesora de francés y teatro, una mujer casada 24 años mayor y madre de tres hijos también adolescentes.

El intento de sus padres de alejarle de amor prohibido le llevó a estudiar a París, al prestigioso liceo Henri IV, cuna da la excelencia, y de allí a la Universidad: Filosofía primero, Ciencias Políticas después. Y para acabar ENA, la Escuela Nacional de Administración, en la que Francia educa a sus más altos funcionarios, los enarcas, y cantera de varios presidentes de la República, entre ellos el actual François Hollande.

Hollande lo conoció en el 2008, cuando Macron formaba parte del prestigioso cuerpo de inspectores de Finanzas y el actual jefe del Estado era primer secretario del Partido Socialista (PS). Tanto quedó prendado de su talento que en el 2012 cuando llegó al Elíseo lo nombró consejero presidencial. Macron había dejado la Administración para trabajar en la banca de inversiones Rotschild, lo que a menudo le recuerdan sus rivales, para quien es “el candidato de las finanzas”.

En el 2014 fue nombrado ministro de Economía, desde donde buscó un espacio propio a la derecha del PS y abiertamente criticó la semana de las 35 horas laborales, el gran tótem socialista, que ahora quiere dejar a discreción de las empresas. De su paso por Bercy, queda la llamada ‘ley Macron’, una ley liberalizadora de la economía que el entonces primer ministro Manuel Valls decidió sacar por decreto ante la dificultad de lograr la mayoría entre el grupo socialista.

Ocupando todavía el Ministerio de Economía puso en marcha en gran secreto ¡En Marcha!. En abril del año pasado, días antes de presentar oficialmente el movimiento, le confesó a Hollande su intención de ponerse al frente de “una especie de think thank de jóvenes”. Al presidente no le pareció mal que “Emmanuel hiciera política”. Pero nunca pensó que sería contra él y, más adelante, admitió la “traición con método” de su ministro, quien le presentó la dimisión en agosto para lanzarse de lleno en la carrera por el Elíseo.

NI REIVINDICA NI CRITICA A HOLLANDE

A Hollande no le reivindica. Al contrario, ha construido su imagen sobre la impopularidad del actual presidente. Pero jamás lo ha criticado.

En Marche! se puso en marcha el 6 de abril del año pasado en Amiens. Así, en poco más de un año ha llevado a Macron a la presidencia de Francia de la mano de una armada de 250.000 voluntarios. Un tiempo récord, una gesta de la que pocos pueden presumir.

Macron, en un mitin de campaña. ERIC FEIDERBERG

Enfrente tiene ahora un reto enorme. Pero Macron es alguien se crece en los desafíos y es firme en sus convicciones. Cuando tuvo que renunciar a su amor prohibido con Brigitte para irse a París le prometió que volvería y se casarían. Lo hicieron en el 2007, en Touquet. Y esta mujer de 64 años es hoy su más fiel consejera, su gran socia política, además de su gran amor.

A ella le reserva un lugar especial en el Elíseo “ni detrás ni escondido, sino a mi lado, donde siempre ha estado”. Quizá sea Brigitte Horteux la nueva Michelle Obama del Elíseo. Quizá en esto también conserve un parecido con el expresidente estadounidense.