No hubo menciones a los derechos humanos en el comunicado conjunto posterior a la cumbre intercoreana. Tampoco las hubo tras la reunión que Kim Jong-un mantuvo el mes pasado con Xi Jinping ni se esperan en las más que previsibles con Donald Trump, Shinzo Abe y Vladímir Putin. La maratón diplomática del líder norcoreano certifica que las armas nucleares eclipsan a los derechos humanos.

Amnistía Internacional calificó la cumbre como una «oportunidad perdida» en un comunicado. «Es imperativo que los derechos humanos no sean olvidados en futuras conversaciones ya que su protección está intrínsecamente vinculada a la paz y la seguridad», añadía. Tomás Ojea Quintana, investigador de la ONU de los derechos humanos en Corea del Norte, había advertido que un acuerdo de desnuclearización «será frágil si margina los derechos de la población norcoreana».

Violaciones cotidianas

Un informe de la ONU del 2014 detalló violaciones cotidianas como campos de trabajos forzados, muerte por hambre y ejecuciones que debían ser llevadas frente al Tribunal Internacional Penal. También apuntó a Kim Jong-un como responsable de crímenes contra la humanidad. La prensa global ha aliñado la cobertura de la cumbre con entrevistas a desertores en Seúl que relataban sus tragedias y penurias.

El silencio habrá sido doloroso para el presidente surcoreano Moon Jae-in, un antiguo abogado de derechos humanos cuyo activismo prodemocrático le llevó a la cárcel. No hay dudas sobre su implicación pero tampoco de su pragmatismo: Moon ya ha aclarado que detesta el régimen norcoreano pero es el único con el que se puede hablar y cualquier mención a los derechos humanos habría arruinado sin remedio el proceso de paz.

«Los norcoreanos que han llegado a Seúl están sorprendidos por el silencio porque estuvieron a punto de morir ahí», comenta Chu Sang-ni, célebre actriz surcoreana y defensora de los derechos humanos de los norcoreanos. Chun es comprensiva con Moon. «No se le pueden haber olvidado pero está obligado a mirar el cuadro en su totalidad. Necesita sacar a Corea del Norte de su aislamiento como paso previo para mejorar sus derechos humanos», sentencia.

Son malos tiempos para los derechos humanos en Corea del Norte, ignorados por sus honestos defensores en nombre de la real politik o mercadeados por intereses bastardos por quienes nunca los atendieron.