De norte a sur, de este a oeste, un fantasma recorre Europa: el regreso de la ultraderecha xenófoba a la sombra de la crisis económica y política del continente. Un dosier elaborado por EL PERIÓDICO y Agenda Pública.

Estos días Catherine Fieschi recorre Francia tanteando el sentir de los votantes en un paisaje político muy trastocado. Las elecciones del día 23 no se parecen a ninguna otras presidenciales francesas. La fundadora y directora del prestigioso instituto de investigación políticaCounterpoint alerta del apoyo de los jóvenes al Frente Nacional, el populismo nacionalista frente al cosmopolitismo y el deseo de Rusia de acabar con el proyecto europeo. Lo que ocurra en las urnas, advierte, es impredecible y no exento de riesgo.

-¿Qué se juega Francia y qué se juega Europa en estas elecciones?

-Es probablemente la elección más importante en la Quinta República en Francia. Para los franceses, pero también para el resto del mundo. Estamos haciendo muchos estudios y en el ambiente internacional de las finanzas y la banca están casi histéricos con la elección presidencial. Ya les pillaron por sorpresa el brexit y Trump y ahora creen que es la última oportunidad para el euro o para el proyecto europeo.

-¿Y los franceses?

-Para los franceses también es importante, porque el país ha estado sumergido en el inmovilismo desde hace años. Sakorzy no fue capaz de hacer las reformas que quería. Antes, en los años de Chirac, cuando había dinero y la economía iba bien, tampoco se hizo nada. Hollande ha sido una gran decepción. Hay una sensación de años perdidos y promesas que nunca se han cumplido. En estas elecciones, de una forma u otra, algo va a cambiar.

-¿Qué impresión ha sacado de los debates?

-Una de las cosas que me más me han chocado es lo poco bueno que se ha dicho de Europa. Básicamente solo hay un candidato proeuropeo, Macron, y nada más. Los demás oscilan entre ser un poco críticos o muy muy críticos con Europa. Es muy chocante, porque te hace pensar en cuál es el compromiso actual de la gente con el proyecto europeo.

-¿Qué papel está jugando el Frente Nacional en estas elecciones?

-La gente del Frente Nacional va a las elecciones con la idea de hacer saltar el actual sistema. Nunca ha estado en el poder, pero ningún Gobierno ha podido actuar sin el castigo de sus votantes. Ahora bien, hemos constatado que sigue siendo considerado como la extrema derecha y mucha gente -diría que en torno al 70%- en ninguna circunstancia le votaría. Sobre todo, la gente mayor.

-¿Cuál es el poder real de Le Pen?

-Marine Le Pen no tiene a todo el partido detrás de ella. De momento la respaldan porque creen que quizá, solo quizá, puede alcanzar el poder. Cuando hemos hecho estudios pensábamos que su personalidad, sus cualidades como un líder fuerte, iban a ser muy importante para los votantes. Pero nos sorprendió que no están particularmente interesados en ella. A la inmensa mayoría de los votantes del Frente Nacional solo les interesa el programa, y dentro del programa, la inmigración. Los de otros partidos están mucho menos preocupados con ese tema.

-Si no llega al Elíseo, ¿es el fin de Marine Le Pen?

-Si pierde la elección va a ser muy difícil para ella sobrevivir, pero el partido es otra cosa. El Frente Nacional es el partido de Francia con más gente joven, un factor que jugará a su favor en los próximos años. Ha estado ahí desde 1972, ha tenido muchas crisis, se ha recompuesto y la derecha tradicional está completamente desbaratada. Si el Frente Nacional se mueve un poquito hacia el centro, veremos. El actual paisaje político es muy fluído en todas las direcciones.

-¿Cómo interpreta esa fluidez?

-Hay una gran división generacional. La vieja generación aún responde a la división izquierda/derecha. Los jóvenes, los nacidos después de 1980, son más susceptibles a otras cuestiones. Una de las cosas que explican el nacimiento los partidos populistas es que los tradicionales no reflejan lo que la gente experimenta. Lo que influye en los jóvenes son asuntos culturales en sentido amplio, como las relaciones entre gentes de diferentes etnias, con diferentes valores y estilos de vida distintos del suyo. Vemos a votantes abiertos a otras culturas, cosmopolitas, frente a otros con actitud proteccionista y nacionalista.

-¿Es, pues, algo que va más allá de la crisis económica?

-Esas divisiones estaban ahí antes de la crisis financiera y no van a desaparecer. Pero una cosa que mostró la crisis financiera es que Europa no era capaz de proteger a sus ciudadanos y que los gobiernos tradiciones tienen muchos problemas con la economía global. No pueden ofrecer protección como solían hacerlo. Hay quienes piensan que quizá los nuevos partidos tienen una respuesta y que por qué no probarlos.

-Marine Le Pen ha estado con Putin. La campaña del Frente Nacional se ha financiado con dinero de Rusia. ¿Cómo interpretar este vínculo con Moscú?

-Creo que el vínculo con Rusia es el de un gran nacionalismo, los valores cristianos, algo que va más allá del patriotismo. A Le Pen no le importa coquetear con un líder nacionalista fuerte como Putin, porque eso es lo que ella quiere ser. Rusia está invirtiendo de todas las formas posibles en desestabilizar el proyecto europeo. Está viendo todo lo que puede hacer para reforzar a cada partido que plantea la cuestión europea a los electores, para tratar de crear otra situación tan inflamable como el brexit. Básicamente, quiere agravar las divisiones entre la población. No es paranoia, es exactamente lo que está haciendo.

-¿El resultado electoral es impredecible?

-Lo es. En primer lugar porque la campaña no ha sido lo que se pensaba. No han estado ni Hollande, ni Juppé, ni Valls. Luego aparecieron los escándalos de Fillon. Macron, que nadie pensaba que tuviera una posibilidad, es favorito frente a Marine Le Pen.

-¿Y su pronóstico?

-Macron contra Le Pen es la opción con más posibilidades, pero en ningún caso es segura. Yo diría que tiene un 65% de posibilidades. Puede haber sorpresas, y una puede ser que Fillon tenga un resultado mejor del que pensamos en la primera vuelta, porque tiene una base de votantes mayor y más fuerte que el resto. Si la participación es baja y Macron logra un 23% en lugar de un 27%, será Fillon contra Le Pen. Todo puede ocurrir. Hay un riego. Tenemos precedentes de lo impredecibles que fueron las victorias del brexit y de Trump.